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Cooperación

  • 06 septiembre 2019 /

    Esta misma semana, esta columna editorial resaltó la necesidad de enfrentar de inmediato los graves daños a dos de las riquezas naturales de San Pedro Sula, cuyas autoridades y población, pese a la cada vez más altas temperaturas y las irregularidades de la época lluviosa, escasea el compromiso en defensa del ambiente como muestra de la calidad de vida de todos los sampedranos. Jucutuma, la laguna cercana en el sector Este, se ha convertido en un charco de lodo, cuya gotas y humedad la aprovecha el lirio acuático. Sobre el Cusuco, en el emblemático Merendón, la presión e invasión del área “desprotegida” arrecia con la deforestación para dedicar la tierra a la agricultura, ganadería o simplemente marcar territorio “privado”.

    El problema es más que grave para la capital industrial con aguas superficiales desaparecidas o al mínimo en los cauces de la ciudad por lo que las reservas son subterráneas, alimentadas por las corrientes que se filtran desde la cordillera. Atentar contra esta riqueza natural, de “buena cara” aún, vista desde la ciudad, pero saqueada y depredada en la ladera que da al Caribe. Quizás todavía quede a los sampedranos la capacidad de reacción y de aprender en cabeza ajena, la que aquellos hondureños que viven en ciudades cuyas reservas boscosas son arrasadas, los ríos no llegan ni a quebradas, las represas al mínimo y las autoridades mirando al horizonte en búsquedas de nubes y hasta pidiendo rezos.

    Repetición anual de un rito olvidado con las lluvias. Lo que debe recordarse a futuro es el interés de ayudar a los hondureños en la protección del ambiente como “camino real” en la lucha contra la pobreza. Si una parte de los recursos de la Estrategia para la Reducción de la

    Pobreza se hubiese destinado en la mitigación de la vulnerabilidad en la naturaleza otras serían las esperanzas de la población, pero la burocracia, la cada vez más pesada carga del sector público, hizo desaparecer la austeridad, prioridades y racionalidad en la elaboración y ejecución del presupuesto en cada ejercicio fiscal.

    Alemania refuerza su cooperación con casi $11 millones para protección de las áreas identificadas por decreto como protegidas. La educación y capacitación de las comunidades cercanas debe ser el objetivo que no se diluya la ayuda en anteproyectos, proyectos, estudios, identificación de lugares y visitas, como habitualmente sucede, sino que llegue a la población para que sea ella la mejor garantía en la defensa de la riqueza ambiental, imperativo en la lucha eficaz contra la pobreza.