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México después del TRI

  • 04 diciembre 2018 /

    La asunción de López Obrador a la Presidencia de México abre una serie de interrogantes que solo el tiempo que dista del pasado primero de diciembre y hasta el mismo día de 2024, cuando haya concluido su sexenio, podrá responder.

    A López Obrador le ha tocado recibir el país de manos de un presidente priista, que logró recuperar el poder de manos del Partido Acción Nacional, que estuvo al mando durante doce años, cuando Vicente Fox y Felipe Calderón gobernaron la nación. En este nuevo capítulo de la historia política mexicana está por verse si las promesas de un candidato que durante su campaña sonaba a veces demasiado populista y que ahora deberá cumplir con unas promesas que lo llevaron a recibir masivamente el voto, pero cuya traducción del discurso a la realidad podría ser mucho menos sencillo de lo que suena. Ha sido fácil cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, que, objetivamente, es necesario, o no vivir en la residencia de Los Pinos; esta última una decisión más simbólica que otra cosa, pero sacar a millones de mexicanos de la pobreza o terminar con la corrupción le resultará mucho más laborioso, puesto que falta ver si contará con el respaldo de las personas y las colectividades que pueden hacer realidad esas promesas.

    Porque lo cierto es que más que votar por López Obrador, al que los mexicanos habían rechazado en dos ocasiones, la gente se volcó a votar en contra de una clase política desprestigiada que había montado una escuela de corrupción como pocas en el mundo entero y parecía no estar dispuesta a cambiar de proceder. De hecho, hubo gente que votó por él sin que le inspirara plena confianza debido a su falta de definición ideológica, puesto que en su carrera política saltó de partido en partido con tal de mantener su aspiración.

    La región entera espera que tanto su política exterior como las acciones al interior de México sean mesuradas y alejadas de todo tipo de aventuras al estilo del Chávez venezolano, ya que, en este momento, Latinoamérica no va en esa dirección y más bien busca desmontar las dos o tres dictaduras que quedan a pesar de la voluntad de su gente. Lo menos que se espera es que mantenga sus posturas de no interferencia y de defensa de la democracia, que hasta ahora ha caracterizado al que en varias ocasiones le ha tocado ejercer de hermano mayor, sobre todo para Centroamérica. Los lazos de fraternidad con la Unión Mexicana han sido siempre fuertes. Esperamos que se mantengan igual en los próximos seis años.