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Todos perdemos

  • 09 agosto 2018 /

    Desde LA PRENSA lo hemos señalado en más de una ocasión: cada día de clase que se pierde en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras implica una enorme pérdida para el país entero, y no solo porque los docentes y trabajadores administrativos de nuestra máxima casa de estudios continúan percibiendo sus salarios, aunque la actividad académica y administrativa esté detenida, sino por otras razones que deben llamar a la reflexión a los que protagonizan tomas, “asambleas informativas”, paros y huelgas.

    Evidentemente, cada día que se deja de dar y recibir clases en la Unah hay un efecto inmediato en la cantidad de horas clase y los conocimientos que se imparten y reciben. No es cierto que el tiempo perdido pueda recuperarse si no se amplía el período y se prolongan los días de clases. Cuando las clases concluyen de acuerdo con el calendario previsto, a pesar de tomas y paros, hubo conocimientos que no se transmitieron y competencias que no se desarrollaron. Los planes y programas de estudio tienen unos tiempos determinados para su desarrollo, y cuando se les mete la tijera debido a factores como los señalados terminan mutilados o incompletos. De ahí que se ha dado el caso en el que las autoridades universitarias hayan optado por cancelar un período académico, pues no se trata de que los alumnos aprueben, sino que aprendan, ya que cuando los tiempos se abrevian intempestivamente la calidad se reduce.

    Y respecto a las pérdidas económicas es fácil ahondar. Pierden los padres de familia que, desde su comunidad, envían muchas veces con notables sacrificios a sus hijos a las concentraciones urbanas en las que hay centros regionales. Algunos estudiantes incluso toman la decisión de regresar a sus comunidades para evitar gastos innecesarios y no regresan, temporal o definitivamente, a la universidad. Pierden los pequeños empresarios que rentan locales para venta de alimentos, fotocopias o material escolar. En este último caso resultan también afectadas las personas que laboran en estos pequeños negocios, puesto que, muchas veces, cada día no trabajado es descontado del salario quincenal o mensual. Pierden los transportistas que se dedican a llevar y traer estudiantes de las distintas zonas de las ciudades hasta las instalaciones universitarias. Y aunque, en esta ocasión, ha sido el tema transporte el que, supuestamente, ha generado el problema, ese mismo sector productivo es afectado y debe enfrentar pérdidas.

    Si a la Unah se le ha dotado del 6% de total de los ingresos del presupuesto nacional es porque se espera que juegue un rol definitivo en la superación de subdesarrollo y el atraso en que vivimos inmersos, pero cada vez que las actividades que en ella se realizan se pervierten por razones más políticas que de otra naturaleza, todos perdemos, no nos quepa la menor duda.