19/04/2024
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Llamado a la unidad

  • 01 febrero 2018 /

    Los hondureños celebraremos mañana los 271 años del encuentro, en la zona de El Piligüín, de la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción de María, que luego fue llevada a la aldea de Suyapa, desde donde se difundió su devoción a toda la nación y por eso se fue conociendo como la Virgen de Suyapa, hasta que, en 1925, el papa Pío XI, la declaró Patrona de Honduras. Ese patronazgo implicó poner bajo la protección de esa advocación mariana a todos los hombres y mujeres, de todas las edades y ocupaciones, que vivimos en este país.

    A lo largo de casi tres siglos, el pueblo hondureño ha dirigido su mirada hacia la aldea de Suyapa no solo cada 3 de febrero, sino cada vez que una pena, colectiva o individual, lo ha aquejado. Hay una especie de imán natural que nos atrae hacia esa diminuta imagen que, desde su pequeñez, nos llama siempre a la humildad, a la comprensión mutua, a la hermandad.

    Este año 2018 nos toma la solemnidad de Santa María de Suyapa en una coyuntura histórica peculiar en la que su presencia maternal se vuelve indispensable. Hay una antigua jaculatoria en lengua latina con la que se invoca a la Virgen diciéndole: Monstra te esse Matren, demuestra que eres madre; y eso es lo que los hondureños le pedimos en este aniversario a Nuestra Señora de Suyapa: muéstrate madre con este pueblo que te ha sido encomendado, que se te ha confiado. Y es que, cuando la discordia se ha introducido en una familia, cuando ha habido hermanos que se han enemistado, que se han enfrentado, ha sido siempre la madre la que ha mediado, la que con sus lágrimas y con sus palabras salidas del corazón ha logrado que sus hijos se reconcilien, ha devuelto la paz al hogar.

    Y eso esperamos los buenos hijos de Santa María de Suyapa, que eso somos todos, en estos días: que de esta situación salgan muchas cosas buenas, que se recupere la paz y la concordia, que se depongan las actitudes confrontativas entre hermanos, que sepamos resolver nuestras diferencias de manera civilizada, que vivamos como hijos de la misma madre.

    Esa será la mejor manera de celebrar este sábado 3 de febrero, reflexionando sobre la responsabilidad que cada uno, que cada una, tenemos en la búsqueda de un mejor destino para Honduras; buscando vías de solución a corto plazo a la problemática que nos aqueja; deponiendo las posturas intransigentes y radicales; recordando que, desde Suyapa, la Virgen nos llama a la unidad, a la fraternidad, a la valoración mutua.