En 1895, la empresa agrícola americana John Deere publicó por primera vez The Furrow Magazine, una revista para ayudar a los granjeros ofreciéndoles información y consejos para que pudieran obtener más beneficios y seguir invirtiendo en sus granjas. Ese fue el primer ejemplo documentado que se tiene del marketing de contenidos. Para 1912, la revista contaba con 12 millones de lectores.
Ya en los años 90 con el inicio de la era digital y gracias a internet, la creación y difusión de contenidos, cualquier persona con conexión a la red podía crear y difundir contenido a muy bajo costo; pero algo pasó en el tiempo y lo que era una actividad seria se volvió desenfadada.
Con el advenimiento de la cultura de los creadores de contenido, “influencers”, “tiktokers” y similares, las nuevas generaciones encontraron su válvula de escape y dieron rienda suelta a su rechazo por lo establecido.
Definitivamente que hay muchos creadores de contenido que ofrecen entretenimiento decente, responsable y constructivo. Pero hay otros, por desgracia, que son nocivos, inmorales y traspasan los límites de la legalidad. Muestran estilos irrespetuosos de las formas. Volvieron la indecencia cotidiana. Violaron la libertad de expresión. Arrasaron con las normas de conducta.
El problema es que los adolescentes se identifican con ellos y tienden a copiar sus comportamientos. Los “influencers” pueden causar ansiedad y estrés en las personas al representar una vida “perfecta” que parece inalcanzable para la mayoría, causando impotencia y presión social.
Por eso en algunos países se están creando leyes para los “influencers”. Esta normativa busca imponerles ciertas obligaciones para garantizar la protección de los usuarios y, en particular, de los menores de edad. En nuestro país esto es urgente. Crear una ley para poner orden a esa actividad donde algunos compiten a cual más desvergonzados. Una ley que regule esas publicaciones contenidas de basura, vacías de sustancia, repletas de bajeza.
Ya somos un país sin educación, pero con estos personajes vamos a la destrucción cultural. Para ellos no hay límites, se permiten todo.
Según datos publicados, Honduras pasó de tener 18,178 “influencers” en 2020 a 30,000 en 2024. Esta en la posición 12 de 20 en América Latina. Algunos pueden llegar a ganar hasta mil dólares al día, otros hasta 14,000 a la semana. Fama, gloria, dinero rápido, ser una celebridad en las redes sociales. Ese es el sueño. Definitivamente, el planeta estaba mejor antes.