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Una sociedad crispada

  • 31 julio 2023 /

Los continuos hechos violentos, las protestas callejeras y las agrias controversias políticas que se han convertido en el pan nuestro de cada día, parecen estar provocando un nerviosismo colectivo en la sociedad hondureña.

Este criterio particular se basa en las reacciones furiosas, de personas insensatas, ante situaciones que no justifican tales ímpetus. Para el caso, un aficionado al fútbol agredió y luego amenazó con arma de fuego a un árbitro que hacía su trabajo en un clásico de reservas entre Olimpia y Motagua, el domingo antepasado en Tegucigalpa. El fanatismo siempre ha existido en nuestro medio, especialmente dentro del fútbol y la política, debido a la falta de cultura de alguna gente, pero hoy está llegando a extremos inauditos.

La semana anterior vimos, por televisión, a una turba de simpatizantes del partido en el poder, perseguir con saña a un muchacho que trataba de organizar una manifestación política contraria a la de ellos. El joven se presentó luego ante los medios de comunicación con su cara ensangrentada, denunciando que fue agredido antes de subirse a su vehículo para huir del lugar.

“Los nervios están crispados, hoy hasta por una mala mirada te pueden agredir”, comentaba un amigo quien fue insultado por un conductor porque casi lo colisiona al esquivar a un peatón. Comparto su criterio pues he visto cundir el nerviosismo y la agresividad en los atascamientos del tráfico provocados, a veces, por protestas callejeras que ahora se dan por cualquier cosa. En medio del caos vial surgen conductores irritados que presionan, con la estridencia de su claxon, a quien tienen enfrente para que avance, sin tomar en cuenta que no puede hacerlo debido al mismo embotellamiento. ¡Cuidado con bajarse a reclamarle al impetuoso porque puede presentarle el calibre de su pistola como ya ha sucedido! La prudencia y la tolerancia son las mejores consejeras en estos tiempos violentos en los que no hay respeto por la vida humana, mucho menos por las normas de una convivencia armónica. El agotamiento laboral y las estrecheces en que viven los guardias de seguridad, han influido para que algunos de estos hayan respondido con plomo ante airados reclamos de otros ciudadanos que también andaban estresados. La cordura sugiere no discutir con ellos, sino acatar sus indicaciones las cuales emanan de sus jefes.

Mientras la Policía esté dando palos de ciego contra la delincuencia, y el gobierno siga usando el poder para resolver conflictos políticos, es menester mantener la calma sin por ello soslayar el derecho que tenemos a vivir en paz.