28/03/2024
07:48 PM

Un país para todos

Elisa M. Pineda

Los ánimos se caldean, las opiniones se polarizan, estamos acercándonos a las elecciones para elegir nuevas autoridades y todo parece indicar que será un proceso complejo por múltiples motivos que han profundizado la desconfianza.

En los próximos días los candidatos deberán hacer su máximo esfuerzo por convencer a la población indecisa, por demostrar que son los más aptos para los cargos de elección popular.

El voto joven es clave, pero quizás este sea uno de los más difíciles de lograr por diversas razones: no han vivido las historias de antaño a las que tradicionalmente recurren los políticos para dar soporte a sus candidaturas, podrían ser menos proclives a asumir posturas ideológicas y suelen prestar más atención a los candidatos que a los colores partidarios.

Es preciso recordar el estudio sobre la población millenial (urbana) que presentó el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) en febrero de este año, que reflejó que el 51 por ciento de esta población no tiene preferencias por ningún partido político; además, el 61 por ciento de la población encuestada dijo que no votaría si en el momento de la encuesta se hubiesen llevado a cabo las elecciones.

Llegar a ese grupo poblacional puede hacer la diferencia. Esto señala que habrá que pasar del tono burlón de uno y otro lado, de las declaraciones soberbias y de las arengas emotivas, pero vacías, a mensajes clave para la juventud hondureña.

Aquí es indispensable volver al estudio mencionado, para destacar aquellos temas fundamentales para la generación millenial: empleo y educación son medulares. ¿Qué propuestas hay sobre estos temas?

Hasta ahora, hemos podido ver una campaña compuesta más por mensajes de ataque y defensa, que por ideas concretas de gobierno. Parece una campaña sacada de los años 80, en tiempos de la guerra fría, enfocada en el miedo.

Paradójicamente, aun sabiendo el peso del voto joven, ha habido cierto desdén hacia las oportunidades idóneas para acercarse a la juventud, como el foro de presidenciables realizado por la Universidad de San Pedro Sula, en el que solamente estuvo uno de los candidatos a la presidencia del país.

Habrá que hacer la transición desde el discurso de “ellos y nosotros” hacia uno más incluyente, que tome en cuenta los grandes problemas del país que afectan a la mayoría.

Después de todo, luego de las elecciones nos enfrentaremos al enorme reto de seguir construyendo el futuro de Honduras basándonos en lo que nos une, por encima de las diferencias.

Hay ciudadanos responsables e irresponsables de todos los colores y preferencias políticas, no caigamos en el error de etiquetar a los demás, de romper amistades y lazos familiares a causa de nuestras diferencias de pensamiento.

El interés genuino por alcanzar mejores estadios de desarrollo, de tener un país con prosperidad para todos sus habitantes, debe prevalecer por encima de cualquier otra cosa.

El país ya está fragmentado por las desigualdades socioeconómicas. Debemos ser prudentes para no llegar al punto tal en el que sea imposible alcanzar acuerdos aunque sea medianamentecompartidos.

La democracia consiste en la coexistencia de perspectivas y formas de actuar distintas, pero sin perder de vista los objetivos que tenemos en común. El respeto a las diferencias es fundamental.

Deseamos un país para todos, no para algunos, no a pedazos. Nuestros jóvenes y las generaciones que vienen detrás de ellos merecen la oportunidad de crecer plenamente en este país, es tiempo de darles respuestas claras. Para todos los elegibles: estamos esperando que eleven el discurso. El futuro no es asunto de juego.