20/04/2024
08:45 AM

Un clamor se eleva

En el actual escenario socioeconómico y político, complejo y confuso, los obispos de la Conferencia Episcopal nos han enviado un mensaje fruto de la oración y reflexión sobre la realidad nacional para animarnos a actuar.

Mensaje al pueblo de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Estas palabras encabezan el mensaje en reciente pronunciamiento. Palabras que tienen de fondo una comprensión sobre el papel que juegan los obispos respecto de los fieles católicos, como pastores, y su manera de situarse como hermanos responsables de velar por la justicia y la paz, frente a los demás, independientemente del credo religioso o no. ¿Por qué me llama la atención este encabezado del mensaje? Porque me parece que quedan excluidos todos aquellos que no tienen buena voluntad y que no son fieles cristianos católicos. Al leer el mensaje más bien va dirigido a los infieles cristianos de todas las denominaciones, que con mala intención y deliberada voluntad han legislado en el asunto de las zede.

¿Por qué, entonces, encabezar así el mensaje? Precisamente porque son los fieles cristianos católicos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad los que están clamando con un grito ahogado en sus gargantas para que se haga justicia para nuestras familias y el desarrollo integral del país. Ese mensaje es para aquellos, es decir, los señores del Congreso y los miembros de la Corte Suprema de Justicia, una denuncia de su pecado e infidelidad a los intereses de la patria y una llamada a rectificar el rumbo; asimismo, un aliento a la esperanza, un llamado a la acción de estos a quienes dice estar dirigido dicho pronunciamiento. Por dignidad, justicia y amor patrio no nos convirtamos en espectadores pasivos del despojo y de una irreversible descomposición de la patria.

Con estas palabras, en el núcleo del mensaje, los obispos exhortan, no solo a quienes han sido partícipes de una legislación traidora a los intereses nacionales, a rectificar su error so pena de arrastrar al país a una descomposición, sino que involucra a los hondureños a manifestar su postura digna y patriótica en contra de las zede. Esta invitación es un fuerte llamado a la conciencia de los hondureños de buena voluntad, al pueblo de Dios y a todo el que ama su país, a despertar de la increíble pasividad e indolencia con la que camina frente a los depredadores de sus recursos y violadores de sus más sagrados derechos humanos. El clamor de justicia se eleva ahora hasta el cielo desde los corazones nobles de nuestra gente, termina señalando el mensaje, para alcanzar también el favor de Dios y conceda la conversión de los corazones y la penitencia de quienes llevados por intereses contrarios al bien común han puesto en grave peligro el futuro de nuestro país.