07/12/2025
03:44 PM

Por la familia y por la vida

El pasado domingo dos, en diversas capitales europeas, desde Madrid hasta Bucarest, pasando por Roma y por Varsovia, se realizaron multitudinarias marchas en defensa de la familia y de la vida.

Cuesta pensar que hasta hace algunas décadas este tipo de manifestaciones públicas eran innecesarias porque todos coincidíamos en el inestimable valor de la vida humana y en la importancia de la familia para el desarrollo personal y colectivo. En los últimos años, tristemente, corrientes ideológicas, de oscura factura pero con poderosa financiación, se han dado a la tarea de hacer ver a cada niño que nace como un potencial depredador y a la familia como la causante de muchos de los males que padecen las comunidades humanas. Hoy vemos como ciertos hombres y ciertas mujeres, a cambio de un jugoso salario, o a partir de experiencias individuales negativas, se dedican a glorificar las conductas antivida, a convertirlas en “derechos”, y a repetir que la violencia doméstica es la regla y no la excepción, y que el abuso en contra de los menores dentro del ámbito doméstico es norma universal.

Sabio es el refrán que señala que cada quien habla de la feria según como le haya ido en ella. Y es natural; todos tendemos a ver el paisaje del color de los lentes que portamos, pero resulta cínico y mal intencionado aferrarse a ellos y negarse a quitárselos con tal de obtener de ahí ganancias personales, así como resulta poco serio generalizar un hecho aislado y empecinarse en tal postura.

Yo crecí en una familia numerosa, hoy satanizadas hasta la saciedad; soy el último de siete. Mi padre nunca golpeó a mi madre, y si alguna vez tuvieron desacuerdos, que los habrán tenido, los resolvían civilizadamente. Yo tampoco fui nunca golpeado; más de un coscorrón me merecí y lo di por bien recibido. Seguro que alguno de los siete recibimos alguna vez un par de fajazos, también bien merecidos, sin que quedaran traumas ni resentimientos. Es claro que el castigo físico no educa y no hago apología de él, pero me niego a aceptar que todos los padres somos violentos y que descargamos nuestras frustraciones en la prole. Eso es propaganda antifamilia y me da coraje que haya quien reciba un sueldo por repetir semejantes sinsentidos.

La vida y la familia son los más importantes bienes sociales. Nada hay tan amado como un hijo o una hija. El aborto procurado es una monstruosidad, un acto de lesa humanidad. La familiofobia una enfermedad contra la que hay que luchar, por todos los medios y con todas las fuerzas. Ojalá así sea.