12/09/2024
10:43 AM

¡Paso a paso!

Alejandro Espinoza

“Movimiento es el paso de la potencia al acto”: Aristóteles. Una de las fábulas de niños más conocidas es la liebre y la tortuga, la cual tiene como moraleja que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar los objetivos.

Cuando corremos despacio se logra trabajar en la zona aeróbica, es fundamental, ya que el oxígeno está presente en la función contráctil de los músculos; previo a generar el ácido láctico, lo cual pasa cuando se aumenta velocidad, y esto ayuda a mostrar a su organismo a ser eficiente y oxigenar mejor.

El trote lento ayuda para la pérdida de peso, ya que el cuerpo comienza a quemar grasa antes que agotar las reservas de glucógeno. Esto lleva a hacer uso de las grasas como fuente de energía y la fatiga llega más tarde, por lo cual podrás correr más.

Se ha comprobado que el trote lento ayuda a la actividad mitocondrial, las cuales son células que generan energía y reducen la frecuencia cardíaca basal, lo cual favorece la condición cardiovascular y disminuye el riesgo de lesiones, ya que no se somete el cuerpo a sobreesfuerzos o sobrecargas, lo cual facilita la recuperación.

Sir William Osler, uno de los médicos de la escuela de medicina Johns Hopkins, profesor emérito de medicina en Oxford y hecho caballero por el rey de Inglaterra, dijo: “Lo principal para nosotros es no ver lo que se halla vagamente a lo lejos, sino hacer lo que está claramente a manos”.

Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte: Así, que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6:34. RVR60. Cuando no sepas qué paso dar, confía en Dios y él te guiará, haz lo que está en tus manos.