“Se conoce a la pareja en el divorcio, a los hermanos en la herencia, a los hijos en la vejez y a los amigos en los tiempos difíciles”, dice un dicho que está muy bien dicho.
La gente no deja de sorprenderse cuando se encuentra en alguna de estas situaciones y ve “emerger” de ellas, la verdadera cara de personas que creía conocer.
Y es que nosotros no somos los mismos en todo momento y en todo lugar, siempre va a depender de la situación y hay algunas que sacan lo peor de uno, algunos dicen que “transforman” a la gente estas situaciones, pero la verdad es que eso, cualquier cosa que sea que salga, ya estaba ahí, solo que guardado, escondido, reprimido, encubierto, oculto.
Todos conocemos muchos, demasiados, casos en los que la familia se hace trizas por una herencia que no fue dejada en orden, que solo se habló o en la que se dejó a un albacea a cargo. Muy difícilmente alguno de estos casos va a salir bien, por mucha confianza que tuviera el testador en su familia en general.
La gente que ha dejado herencia sin documentos específicos y por lo tanto ha dejado peleas interminables entre los herederos, se revolvería en su tumba de poder darse cuenta de la magnitud de su descuido.
Por poner solo dos casos muy conocidos; Juan Gabriel reconocido cantautor mexicano, dejó a una persona de su confianza a cargo de la repartición de su herencia y por una u otra razón, el asunto debe habérsele salido de las manos a esta persona porque los reclamos y líos legales están a la orden del día en este caso a pesar de que este querido y admirado artista murió hace ya varios años.
La contraparte de esto sería el caso de Camilo Sesto, cantautor español, quien al morir había ya dejado en orden su testamento, nombrando a su único hijo como heredero universal de su cuantiosa fortuna la cual incluía regalías y quién sabe cuantos beneficios más para su vástago. Nunca se escuchó a nadie alegar sobre el asunto, y es que el asunto estaba puesto sobre papel, no había nada que alegar.
Pero casos sobre famosos no son los únicos que conocemos, todos nosotros hemos conocido de cerca alguna riña familiar por motivos de herencias dejadas en desorden. Hace poco alguien hablaba sobre una en la que la madre heredó (de palabra, delante de todos sus hijos), un terreno de varios millones a su hijo menor, nombrando a la hermana mayor albacea. La madre muere, pero poco tiempo después también su hija mayor.
Por motivo de duelo, respeto y más, el hijo menor, el heredero de este terreno, no quiso tocar el tema sino hasta un año después cuando se reunió con el esposo de su hermana e hijos, solo para enterarse de que todos ellos habían tomado la decisión de no ceder el terreno, el cual estaba a nombre de la esposa con lo cual, a su muerte, pasa automáticamente a ser propiedad de su viudo e hijos. Nada que hacer.
Moraleja; cuando esté pensando en beneficiar de alguna manera a alguien cuando usted ya no esté, recuerde el dicho bien dicho de nuestras madres y abuelas; “papelito habla”.