02/11/2024
04:53 PM

¡Montaña rusa!

Alejandro Espinoza

“La vida carece de valor si no nos produce satisfacciones. Entre estas, la más valiosa es la sociedad racional, que ilustra la mente, suaviza el temperamento, alegra el ánimo y promueve la salud”: Thomas Jefferson.

La evidencia de la personalidad de doble ánimo es que siempre le acompaña la inquietud y confusión. Encontramos personas alegres y extrovertidas que caen en abstinencia y depresión, de ser trabajador y perfeccionista a comportarse con apatía y dejadez, la gentiliza y amabilidad se vuelve en ira y total desenfoque de personalidad.

La frase griega para doble ánimo es (dipsuchos), que significa literalmente “dos almas”: dis significa “dos” y psuche “mente”. Tener dos mentes es sinónimo de confusión; es decir, la falta de entendimiento, desequilibrio, pánico e incertidumbre. Las personas inconstantes tienen dificultad de crecer en relaciones estables, lo cual se asemeja a una tormenta de huracán, son impredecibles y cuando pasan dejan caos, miseria y destrucción, no son felices y no les gusta que lo sean los demás.

Por su paranoia, el deseo de defender su ego contra impulsos inconscientes, la megalomanía u obsesión por la fama, posición y poder generan una mala conducta de desprecio y rechazo. “La belleza es un estado de ánimo”: Emile Zola. Una causa evidente de la personalidad en doble ánimo es la indecisión, la cual se manifiesta en dilación, transigencia, confusión, olvido e indiferencia. Toda decisión allana el camino para el éxito o el fracaso; a una persona de doble ánimo le cuesta tomar decisiones y, cuando las toma, después está dudando de la misma.

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia”: Deuteronomio 30:19. El doble ánimo tiene un impacto psicológico, espiritual, emocional y cognitivo sobre la mente, pero Jesús vino a liberar.