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Mimí Panayotti, mi amiga

  • 20 mayo 2016 /

Conozco a Mimí Nasthas de Panayotti desde hace ya muchos años. Cuando ella y Juan Panayotti, su esposo (QDDG), tomaron el primer grupo del Curso Dale Carnegie que yo tuve el privilegio de dictar en La Ceiba. Desde entonces he visto a esta formidable mujer hacer su vida cada día más productiva y hermosa.

Madre de 5 hijos, abuela de 17 nietos y quizá ya bisabuela, ha venido escribiendo su columna semanal para LA PRENSA consistentemente desde 1984. Nos habla en ella de renovar los valores morales y religiosos, de dignificar a la familia, y nos impulsa a llevar una vida más armoniosa en nuestras relaciones matrimoniales. ¿Cómo leerla y no retomar una visión más clara del amor de Dios, y de lo que hay que hacer para sintonizar con Él?

Mimí es un ejemplo de superación. Cuando en 1980, viviendo ya con su familia en San Pedro Sula, decidió escribir lo que la vida significaba para ella, fue a la Universidad Privada y se matriculó en periodismo. Iniciaron veinticinco estudiantes, ella era lógicamente la persona de mayor edad de su clase.

Pasó el tiempo, y ella estuvo entre los cuatro que finalmente se graduaron. Es más, se le otorgó la medalla de oro como la mejor alumna. Inquieta, siempre dispuesta a aprender más, tomó un diplomado en Teología para impartir los talleres de Oración y Vida del P. Larrañaga.

Yo he preguntado a esta mujer qué recomendaría a un joven hoy en día, cuando la televisión, el correo electrónico, el WhatsApp y los juegos de computadora han venido cambiado tanto el estilo de vida. Y con una seguridad que no deja lugar a dudas, me contestó: “Dos cosas, la primera, que sepan que vale la pena vivir… y vivir sana e intensamente. Y la segunda, que no dejen de leer, que la sabiduría trasmitida en artículos de prensa y libros no la sustituye nada”.

Mimí, ha sido bendecida por Dios con un espíritu jovial que los años no pueden afectar y con un espíritu de servicio que la hace cada vez más valiosa. Yo diría que Mimí Panayotti es congruente entre lo que piensa y lo que hace. Y esto es una muy buena razón para sentirme orgulloso de conocerla y contarme entre sus amigos.

LO NEGATIVO: Pensar que vivimos solo para sufrir, y que puede ser muy tarde para prepararnos.

LO POSITIVO: Saber que vale la pena vivir, y que hay que mantenerse en educación continua.