16/11/2025
02:53 AM

'Les anuncio una gran alegría”

Hoy sigue resonando en el mundo entero, en San Pedro Sula, en tus oídos, el anuncio del ángel a los pobres pastores de los alrededores de Belén: “Les traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador” (Lc 2, 10-11). Hoy, yo me hago mensajero de este evangelio: “Jesús, cuyo nacimiento celebramos, es nuestro Salvador”, y les dirijo esta invitación: “crean en Él, acójanlo en su corazón y alégrense”.

Celebrar la Navidad es renovar la fe, gozosa y agradecida, en Jesús: el Dios con nosotros. En el nacimiento de Jesucristo Dios nos da la más clara demostración de su cercanía, de su interés por nosotros; se pone totalmente de nuestra parte para que tengamos vida y dignidad; no está contra nosotros sino con nosotros y para nuestro bien. Navidad es el misterio hermoso e insospechado del don de Dios. Este es el mejor regalo de Navidad: Jesús mismo. Y nos lo da el mismo Dios Padre. ¡Tanto ama al mundo que le da a su Hijo!

No tengan miedo de recibir a Jesucristo, de creer en Él. No viene a quitarnos nada humano, no es nuestro contrincante. Él viene a darnos todo, a darse Él mismo y con Él: la paz y la alegría, el amor y la fraternidad, el gozo de vivir y de esperar. “Los invito, en cualquier lugar y condición en que se encuentren, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él” (EG. 3). Navidad es encuentro con Jesús.

El Nacimiento de Jesús fue y continúa siendo causa de alegría, alegría de la buena y verdadera, honda, serena, fuerte, consoladora y contagiosa. El encuentro con Jesucristo en este tiempo de Navidad renueva y acrecienta la alegría del creyente y de cualquiera que se acerque con sencillo y bondadoso corazón al Niño “envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12). El ángel de la Anunciación nos sigue diciendo como a María: “Alégrate” (Lc 1,28). El ángel de la Natividad nos repite lo dicho a los pastores: “Les traigo… la gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2,10).

La Navidad es el “sí” de Dios a todas sus promesas. Ha recorrido todo el camino y se ha hecho nuestro prójimo. “La Palabra que estaba junto al Padre se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,14). Ahora falta que demos nuestro paso, nuestro “sí” para que experimentemos una profunda trasformación de nuestra persona, para que se dé un cambio radical en nuestra vida. La Navidad es un acontecimiento de intercambio, de transformación. Dios toma en Jesús nuestra condición humana para hacernos en Él de su condición divina; en Jesús lo divino se humaniza y lo humano se diviniza. Los invito a detenerse y mirar al Niño Jesús con ojos de fe y contemplar en Él “el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre”, a contemplar tu rostro. La celebración creyente de la Navidad nos transforma a imagen de Jesús.

El nacimiento de Jesucristo es el anticipo y garantía del nacimiento de un mundo nuevo, de una Honduras nueva, de una persona nueva. Desde Jesús y con Jesús es posible soñar, desear, suplicar y construir un cielo y tierra nuevos (macrocosmos) y un corazón humano nuevo (microcosmos).

Porque Jesús ha nacido es posible la esperanza y podemos desearnos, de corazón, una “feliz Navidad”. (BLOGS + Al Pie de El Merendón. LA PRENSA).