Desde el año 1994, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó el mes de agosto como el Mes Internacional de la Familia, y los últimos siete días se celebra oficialmente en Honduras como la Semana de la Familia.
Sabemos que la familia es el primer grupo social de toda sociedad a través de la historia de la humanidad, formada por padre, madre e hijos. Siendo uno de los principales principios mantener a este grupo social unidos.
Hay un mensaje bíblico que señala que el hombre será la cabeza del hogar, convirtiéndose en un líder ejemplar y principal miembro en la toma de decisiones, por su pensamiento paternalista. Pero también sabemos que la mujer es el corazón de la familia por su grandeza y sensibilidad del sentimiento puro de una madre, ambos son los espejos para los hijos.
Durante generaciones, la familia vivió unida y era normal que los hijos estuvieran en casa aun siendo mayores de edad o que al casarse se quedaran en el mismo pueblo, ciudad o país. Y existía ese ambiente de unión familiar entre nietos, hijos, padres y abuelos, pero esa armonía fue desapareciendo con las emigraciones, especialmente de jóvenes varones, posteriormente mujeres. Y últimamente emigran familias enteras.
Desde el año 2000, este fenómeno social aumentó impresionantemente en el mundo, siendo su emigración en busca del “sueño americano”. Las familias procedentes de Latinoamérica, en especial de Centroamérica, siendo Honduras dentro de las más numerosas emigraciones, con el caso especial de las caravanas, integradas por personas de todas las edades, desde un bebé en brazos hasta una anciana en silla de ruedas.
Un palpable indicador de estos éxodos son los 9,518 millones dólares que enviaron en el año 2023 esos emigrantes de un país que los miró nacer y partir llamado Honduras.