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Educación en casa

  • 28 septiembre 2020 /

Muchos niños en esta pandemia solo cambiaron el escenario para los abusos.

Noé Vega

Es muy triste, pero muchos niños en esta pandemia solo cambiaron el escenario para los abusos. De la escuela pasaron a la casa y para los padres comenzaron a enfrentar la realidad que la educación de los hijos es más que números y lecciones de libro. Estamos enfrentándonos a nuestra más cruda realidad, viendo en lo que se han convertido nuestros hijos o más triste aún en lo que los hemos convertido los padres.

Así ha sucedido, porque por primera vez hemos cambiado las aulas por la sala de nuestras casas, y aquí nos damos cuenta de la difícil tarea que enfrentan los maestros; tenemos el desafío de terminar este año con unos niños que serán el fiel reflejo de nuestras enseñanzas o ejemplos. Las escuelas para padres no son suficientes y el reto de concluir 2020 sin perder un año escolar es grandísimo.

Es que cuando observamos la conducta de nuestros hijos tan de cerca y por tanto tiempo podemos ser capaces de descubrir los errores que estamos cometiendo, podemos darnos cuenta de las fallas en la educación que se les está dando y, por lo tanto, tomar medidas que equilibren esta educación para formar hombres y mujeres de bien, porque si solo hablamos de números y lecciones en los libros, estamos muy equivocados, necesitamos una efectiva transmisión de valores y de las actitudes correctas ante la vida, y eso no se aprende en los libros.

Tarde para algunos, pero con tiempo aun para muchos hemos llegado a descubrir la falta que la figura paterna está teniendo en los hijos, así como que en esta época tecnológica es más urgente que en cualquier tiempo la comunicación entre padres e hijos. Con dolor estamos aprendiendo que en materia de educación los padres también nos estamos educando, que solo cuando nos ubicamos en esa posición de estar aprendiendo ambos, es como somos capaces de interactuar con nuestros hijos.

Nuestros hijos nos han observado pelear delante de ellos, nos han oído gritarnos el uno al otro; empero, les enseñamos que no peleen o que no griten a sus compañeros. Aquí es donde nos damos cuenta que el niño mentiroso no es más que la creación de nosotros mismos, que mentimos, pero les decimos a ellos que no mientan, que gritamos, pero no queremos que griten. Estamos moldeando niños a nuestra imagen y semejanza, pues este encierro nos ha permitido mostrarnos cómo realmente somos y ha dejado en claro que a los padres nos falta educación y que muchos no queremos aprender.

Lástima que muchos niños no piensan en otra cosa que volver a la escuela, pues ignoran los riesgos del covid y solo quieren huir de un lugar que debería ofrecerles seguridad y calidez, pero que igual que en la escuela, solo repite patrones de abuso verbal y maltrato del que son objeto, sin que nos demos cuenta que la construcción de la sociedad del futuro es una tarea conjunta de padres y maestros, desde casa y desde la escuela.