06/12/2025
10:08 AM

La 'bomba” Pell

Se han cumplido seis años, el 28 de febrero, de la dimisión de Benedicto XVI.

Entre las 21 orientaciones para debatir en las diócesis dadas por el Papa, figuran varias destinadas a salvaguardar la presunción de inocencia del clérigo acusado. Por ejemplo, en la número 4 se lee: “Implementar procedimientos para el derecho de defensa de los acusados”. En la número 11: “ Reconocer y discernir los casos verdaderos de los falsos, las acusaciones de las calumnias”. En la 14: “Salvaguardar el principio de derecho natural y canónico de la presunción de inocencia hasta que se pruebe la culpabilidad del acusado.Por lo tanto, es necesario evitar la publicación de las listas de los acusados, incluso por parte de las diócesis, antes de la investigación previa y la condena definitiva”. Y el propio Papa, en el discurso de clausura de la cumbre, leyó este párrafo: “Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes, evitando los dos extremos de un justicialismo provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.

Esto no está gustando a los que hasta ahora han pasado por ser los grandes amigos del Papa, que corre el riesgo de encontrarse cada vez más solo. Pero está haciendo lo que en justicia debe hacer. De lo contrario, como ha dicho el gran biógrafo de San Juan Pablo II, George Weigel, habría que preguntarse si “algún clérigo católico acusado de abusos sexuales puede recibir un juicio justo hoy día, en alguna parte”.

Se han cumplido seis años, el 28 de febrero, de la dimisión de Benedicto XVI. Han sido seis años en los que la barca de Pedro ha estado sometida a zarandeos como quizá nunca antes en la historia. Por eso conviene recordar las últimas palabras del Papa emérito, en la audiencia general del 27 de febrero: “Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles”. Recemos por el Papa, que no lo tiene nada fácil.