18/04/2024
05:07 AM

Desfasados

Como sociedad y como país siempre estamos desfasados, reaccionando y no siendo proactivos.

Sergio Banegas

Como sociedad y como país siempre estamos desfasados, reaccionando y no siendo proactivos. Apagando fuegos y no sembrando árboles, atacando los síntomas y no atendiendo la génesis de la enfermedad.


En esta oportunidad es el Consejo Nacional Electoral el que ha denunciado que luego de la aprobación de la nueva ley que rige los procesos de elección no se ha aprobado el presupuesto para la compra de las herramientas que en teoría harán que las elecciones de noviembre “sean limpias y transparentes”.


Se denuncia que dicho atraso doloso de parte del espurio Congreso Nacional pone en precario el cronograma electoral a tal punto de correr el peligro de llegar al total desfase y no retorno.

Esto sin duda es un nuevo golpe a la ya debilísima institucionalidad. Esto se une a las voces cada vez más fuertes que indican que en los próximos meses los burros del que está a la orden serán suplantados para dar pie a una nueva candidatura presidencial de quien gobierna y que por supuesto, esto será el último clavo de la caja fúnebre de la ya casi inexistente vida democrática de la patria.


Después de 200 años de vida republicana ya no somos protectorado o colonia de una corona lejana que se lleva las riquezas, ello ya no es necesario pues las cadenas más fuertes y pesadas las pone la vertiginosa corrupción estatal que aniquila todo intento de desarrollo integral. Por ejemplo, en días anteriores la revista Forbes publicó que Honduras está en los últimos lugares de ritmo de vacunación contra el covid-19 en relación al resto de los países latinoamericanos, ello es una vergüenza al darnos cuenta que según Estados Unidos solo en el año 2020 se malversaron $3,000 millones bajo la justificación de lucha contra la pandemia.

Así que el desfase es brutal, inmisericorde, indigno, pero a su vez permitido de manera cómplice por buena parte de los ciudadanos que besan las manos de sus verdugos y que sin mayor empacho dicen: pobrecitos los cubanos, pobrecitos los haitianos, sin ser capaces de quitar la viga que está en nuestros propios ojos.