En las toneladas de información vertida en medios y redes, con datos verdaderos y falsos, las personas no encuentran respiro a su ansiedad y estrés. Las noticias como fieras devoran al niño que llevamos dentro, que recuerda el temor a la oscuridad. Nos tienen de rodillas, vencidos.
Desalienta saber que aún no hay cura o una vacuna. Pero ya cansa oír hablar de esta tragedia. Virus 24/7.
Si encendemos la televisión, abrimos un periódico, leemos material en las redes, solo encontramos virus. Nadie que se precie de ser periodista habla de otra cosa. El periodismo debe saber que su función también es tranquilizar y orientar. Deben ser moderados en su forma, educados en su lenguaje, y no dejarse llevar por pasiones. Deben ser muy selectivos para escoger qué publicar o a quién entrevistar. Los noticieros no deben competir por el drama en sus noticias.
El rating no debe basarse en quien atemoriza más. La calidad no tiene sustitutos. Hay buenas noticias que dar, pero hay que tener el deseo de darlas. ¿Por qué no se habla del porcentaje de recuperados, 37% a nivel mundial contra un 7% de fallecidos?. Es importante hacer ver que la gente que se recupera es más que la que fallece, en una importante proporción. Que hay nuevas opciones de tratamiento con resultados muy esperanzadores.
Se buscan los llamados a dar esperanza, los way-seers, los motivadores, los líderes y gurús espirituales, los portadores de la antorcha, los guerreros de la luz. Los necesitamos en este momento para iluminar la oscuridad del alma humana. Porque hay que anteponerse al drama, la tragedia, el dolor y el miedo que venden los medios.
Así como se busca volver a la normalidad en todas las actividades, hay que empezar haciéndolo con el corazón de las personas. Empecemos a infundir rayos de esperanza, a hacer creer nuevamente a las personas que volveremos a vivir en libertad.
Si quieres tranquilidad y paz, no veas noticias. Acabarás desalentado. Somos mucho más que esta situación y sin lugar a dudas la superaremos.
Necesitamos un periodismo más benévolo, más humano, más positivo, más orientado a lo bueno que sucede.
Por nuestro bien, el negocio de las malas noticias debe acabar. Indudablememte viviremos mejor sin ellas.