El 23 de febrero de 1981, el papa Juan Pablo II llegó a Tokio a las 3:00 pm, el primer papa en la historia que visitaba Japón. Hoy, el país cuenta con una población de más de 126 millones de habitantes; los católicos suman 536,000. Más del 80% de la población es sintoísta y budista.
El papa Francisco llegó a Japón después de que el avión que lo trasladó desde Bangkok, Tailandia, aterrizó en el aeropuerto de Tokyo-Haneda a las 3:40 pm, hora local de Japón, el sábado 23 de noviembre.
El domingo 24 visitó Nagasaki y por la tarde Hiroshima, donde describió el 6 de agosto de 1945, cuando la bomba atómica arrasó la ciudad completamente: “Un resplandor de relámpago y fuego, no ha quedado más que sombra y silencio. En apenas un instante, todo fue devorado por un agujero negro de destrucción y muerte”.
Para el papa Francisco, “una hora tremenda que marcó para siempre no solo la historia de este país, sino el rostro de la humanidad”. Algunos de los sobrevivientes asistieron a la ceremonia y el Papa los saludó uno a uno.
En el parque Memorial de la Paz, ante el cenotafio de piedra que recuerda a las cerca de 200,000 víctimas, construido en el punto donde cayó la bomba atómica en Hiroshima, advirtió: “El uso de la energía atómica para fines bélicos es inmoral”, agregando: “Como lo es la posesión de armas atómicas”. “Seremos juzgados por esto”.
Cuando el Papa descendió de la escalerilla entre viento y lluvia se escuchó en coro: “Bienvenido a Japón”.