Antes de la guerra, Bucha era una ciudad residencial en la periferia de Kiev, donde muchas familias buscaban la comodidad de vivir junto a la capital y, a la vez, la cercanía a la naturaleza. Allí acudían los niños de toda la provincia a campamentos de verano, y precisamente el sótano de uno de ellos fue utilizado como lugar de torturas por parte de los rusos, cuentan los vecinos.