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Padres y niños hondureños piden en EUA asilo y el fin de las deportaciones

  • 18 mayo 2016 /

El niño hondureño Raúl Ortiz ruega a Obama que pare las deportaciones.

Washington, Estados Unidos

Padres y niños centroamericanos que se encuentran en EUA, tras huir de la violencia en sus países de origen, acudieron hoy al Congreso estadounidense para solicitar 'leyes que les protejan' y el amparo legal necesario para poder optar a asilo.

Media docena de niños, algunos de ellos acompañados por sus padres, viajaron hoy desde Chicago a Washington para contar su historia y solicitar respaldo para que el sistema judicial estadounidense les considere como refugiados.

'Sabemos que la violencia continúa y van a seguir viniendo', dijo el congresista demócrata por Illinois, Luis Gutiérrez, sobre la grave situación que atraviesa América Central y la necesidad de huir a otro lugar en la que se encuentran familias como las allí presentes.

'No son inmigrantes indocumentados, son refugiados huyendo del terror', insistió el legislador, que junto a las también congresistas demócratas por California Lucille Roybal-Allard y Zoe Lofgren están presionando al Congreso y al Gobierno de Barack Obama para crear una 'solución regional integral' que ataje el problema desde el origen.

Uno de esos niños es Raúl Ortiz, quien llegó hace un año de Honduras huyendo del terror de los grupos organizados y la delincuencia, y quien además ruega a Obama que pare las deportaciones porque no quiere volver a vivir su pesadilla.

'Vine aquí porque en Honduras no estaba seguro y allí estaba en peligro, y todavía estoy en peligro. (...) Veía cómo mataban a personas con pistolas y cuchillos, y me daba miedo. Por eso nos vinimos para acá', contó el pequeño a Efe.

Evelyn Díaz, su madre, explicó que buscó suelo estadounidense huyendo de las maras y las bandas organizadas, quienes, dada la grave situación que vive su país, también se dedican a secuestrar a menores para integrarlos en sus grupos criminales.

Su caso, recordaron los congresistas, es similar al que padecen miles de familias centroamericanas, que no lejos de cometer ningún delito, viajan huyendo de la terrible situación en la que se encuentran sus países.

Díaz reiteró ante los medios que las familias como la suya no emigran a Estados Unidos para 'ser una carga', sino que simplemente buscan 'protección' y están dispuestos a 'trabajar duro para ganarse el pan de cada día'.

Foto: La Prensa

Los legisladores explicaron que uno de los grandes problemas que viven esas familias, especialmente los niños, es que cuando se enfrentan a las autoridades migratorias lo hacen sin asesoría legal ni abogado que los represente, pero advirtieron que en la mayoría de casos en los que logran ese respaldo, el sistema decide darles asilo.

Los congresistas aseguraron que el 86 % de las familias indocumentadas que han sido identificadas por las autoridades de inmigración y aduanas para ser deportadas no cuenta con ningún tipo de soporte legal.

Gutiérrez, uno de los legisladores más beligerantes en la lucha por los derechos de los inmigrantes, reiteró que es necesario ponerle rostro a esos niños para que el Gobierno se dé cuenta de que con esas acciones está 'mandando a esos pequeños de vuelta a la muerte'.

La comunidad inmigrante de Estados Unidos afronta momentos de temor e incertidumbre después de las informaciones publicadas la semana pasada, que apuntan a inminentes redadas contra madres y niños centroamericanos que se encuentran como indocumentados en el país.

Mientras tanto, esta misma semana, el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, viajará a Honduras y El Salvador para evaluar el proceso de reintegración de los indocumentados deportados desde suelo estadounidense, así como para analizar las causas de la inmigración ilegal desde Centroamérica.

Se teme que, dado el incremento de la violencia en esos países, este verano se repita una crisis similar a la acaecida en el verano de 2014, cuando una oleada de niños indocumentados, procedentes en su mayoría Honduras, El Salvador y Guatemala, llegaron de forma masiva a la frontera sur de EE.UU. con México, algo que muchos calificaron como 'crisis humanitaria'.