Moscú.
“La relación entre Vladimir Putin y Occidente ha sido muy dramática. Ha evolucionado desde una relación constructiva a una enconada rivalidad y a casi el enfrentamiento militar en los últimos años”, comenta el politólogo Fiódor Lukiánov, jefe del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia.
El presidente Putin, empeñado en recuperar la grandeza perdida de su país en la arena internacional, intentó tender puentes con Occidente -incluso tanteó la posibilidad de ingresar en la OTAN al recibir en el Kremlin al presidente de EEUU, Bill Clinton, en junio de 2000-, pero se decepcionó rápido.
La invasión de Irak (2003) y el ingreso de los países bálticos en la Alianza Atlántica (2004) le convencieron de que Rusia nunca sería aceptada como un igual en la liga de naciones democráticas, por lo que optó por el antagonismo en cada uno de los rincones del planeta, desde Europa a Oriente Medio o Latinoamérica.
“El leitmotiv de la política exterior de Putin no ha cambiado. Su misión era evitar que Rusia cayera al segundo o tercer escalafón. Todo lo que ha hecho desde entonces responde a esa estrategia. Y la verdad es que lo ha logrado. Ese riesgo ya no existe”, explica Lukiánov, director de la revista Rusia en la política global.
LEA: Trump revela detalles del ataque al general Soleimani
Desde que pronunciara su incendiario discurso en febrero de 2007 en Múnich (Alemania), en el que acusó a EEUU de intentar crear un mundo unipolar y llevar a cabo acciones unilaterales al margen del derecho internacional, la confrontación con Occidente se convirtió en realidad.
En estos años Putin ha dado un vuelco a la política internacional. Ha forjado una alianza con China, invadido Georgia, reconocido la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, anexionado Crimea, intervenido en Ucrania y en Siria, y dado luz verde al envío de mercenarios a varios puntos del globo.
Además, ante la inacción de la Casa Blanca, se ha convertido en el nuevo árbitro en Oriente Medio al evitar el derrocamiento de Bachar al Asad, vender armas a Turquía y Arabia Saudí, y reforzar lazos con Egipto, Israel e Irak.
También ha regresado a con fuerza a África por medio de los contratos de armas y en América Latina ha metido el dedo en la llaga del patio trasero estadounidense al apoyar a Nicolás Maduro en Venezuela.
“La imagen que tiene Putin en el mundo occidental no se corresponde con la realidad. Putin es parecido a la canciller alemana Angela Merkel en que es un pragmático. No le gusta tomar decisiones arriesgadas y es de los pocos líderes mundiales que tiene todo el orden mundial en su cabeza. Piensa en términos de geopolítica y en el balance de fuerzas en el mundo. Eso no quiere decir que sus cartas sean las correctas, pero tiene esa visión”, destaca.
Occidente intentó castigar a Rusia por Crimea y la intervención en el Donbás con sanciones económicas, pero el resultado no ha sido el esperado, aunque la economía rusa se encuentra estancada desde hace años, los ingresos de los rusos no dejan de caer.
“Los intentos de aislar a Rusia no han tenido éxito. Y no porque Rusia sea muy fuerte, sino porque es muy grande y su papel en los asuntos mundiales es demasiado significativo. Aislar totalmente a Rusia es imposible”, precisa Lukiánov.
Gasoducto, victoria ante sanciones de EEUU
El 8 de enero, Putin viajó a Estambul para reunirse con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. La misión: inaugurar el gasoducto Turkish Stream (o TurkStream), que transportará combustible ruso a Turquía a través del mar Negro. Otro revés para la Casa Blanca y una victoria geopolítica para el Kremlin.
El plan ruso-turco es que en el futuro a través de esta tubería doble se exporte gas a Bulgaria, Serbia, y otros países europeos. Según datos de Bloomberg, Rusia es el proveedor de casi el 37% de gas del mercado europeo. Para Rusia, el gasoducto no solo evade a su incómodo vecino, Ucrania, también esquiva las sanciones impuestas por EEUU sobre otro proyecto de vital importancia para Moscú.
El pasado diciembre, el presidente Donald Trump firmó una ley que impone sanciones a cualquier empresa que ayude a Gazprom a concluir el gasoducto Nord Stream 2, una infraestructura submarina que atraviesa el Mar Báltico hacia la Unión Europea (UE). Este corredor permitirá a Rusia aumentar las exportaciones de gas a Alemania, pero Washington considera que el proyecto es un riesgo para la seguridad de Europa.
Tanto Rusia como la UE han condenado enérgicamente las sanciones de EEUU, que es también un exportador neto de gas natural a Europa.
Estas sanciones ponen de relieve que la diversificación de sus rutas permite a Gazprom seguir exportando gas y generando ingresos a Rusia.
Una situación que no solo le otorga beneficios económicos a Moscú sino que también le ofrece una nueva e importante ventaja geopolítica.
La influencia de Putin crece
Irán, Libia, Siria y Ucrania, temas que hasta hace no mucho tiempo era impensable que no se trataran pura y exclusivamente en la Casa Blanca, son temas que ahora los principales líderes mundiales no ven mejor lugar para ponerlos sobre la mesa que en El Kremlin.
“Alemania, consciente de la influencia de Rusia en el tablero geopolítico y especialmente en Oriente Medio, mira a Moscú para tratar de disminuir con su ayuda la escalada de tensiones entre Irán y EEUU, además de intentar poner fin a la guerra en Libia.
El 11 de enero, la canciller alemana, Angela Merkel, viajó a Moscú para reunirse durante tres horas y media con Putin, con quien abordó la situación en Siria, Irán, Libia y Ucrania, además del tránsito de gas ruso a Europa y el polémico gasoducto Nord Stream 2.
Mientras que su ministro se entrevistaba con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, Merkel lo hacía en el Kremlin con Putin, que desempeña un papel esencial en el conflicto sirio y ucraniano y ejerce además una importante influencia sobre Irán y el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia y que domina gran parte del país. Las fuerzas de Haftar y de su rival, Fayez al Sarraj, alcanzaron un alto el fuego el 12 de enero, impulsado por el presidente ruso, y su par turco, Erdogan. Y hoy, Berlín recibe a Putin, quien llega para participar en la conferencia de paz sobre Libia. El mariscal Haftar, caudillo del este de Libia, y su rival Sarraj, jefe del Gobierno de Unión Nacional reconocido por la ONU, se reunirán al amparo de Merkel. Varios países estarán representados en Berlín, incluyendo Turquía, EEUU, China, Italia y Francia. Pero la figura central sin duda es Putin.