Gaultier, quien fue aprendiz de Pierre Cardin (a quien dedicó su colección) durante la década de los 70, tomó de este modista su pasión por el orientalismo y la precisión en las líneas, que influyó en su trabajo en la primera parte de los años 80.
Este exotismo llevó a Gaultier a entender hoy su colección como un cariñoso recuerdo a los 60, retocados con un punto japonés en los peinados, que parecían imitar a samuráis, y un etnicismo más bien africano, en bordados trenzados y jacquards. Gaultier usó la pasión geométrica de Cardin para crear originales vestidos palabras de honor o de una sola manga, compuestos de una única tira de tela que parecía envolver a la modelo.
Desestructurados, aires orientales, siluetas triangulares, minivestidos y botas de charol.
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