La crisis se refleja colectivamente en esos problemas, seguridad, desempleo, educación, salud... que a diario observamos en los medios de comunicación, pero también marca la vida personal con más gravedad, pues ataca directamente la dimensión social de las personas, su salud mental en deterioro progresivo por la depresión y el estrés pueden conducir a un final fatal. “El 47% de nuestras llamadas son de quienes se hallan en estado de depresión y el 5% tentativas de suicidio”, porcentajes del Teléfono de la Esperanza que prepara la jornada mundial del Día de la Escucha. El adagio de la sabiduría popular, “hablando se entiende la gente”, va mucho más allá y podría transformarse en “hablando se cura a la gente”, y si no que se lo digan a los voluntarios del Teléfono de la Esperanza cuya prudencia para escuchar a las personas que acuden a una voz consejera y amiga han reabierto horizontes y caminos que se presentaban cerrados, a veces casi trágicamente. La depresión está condicionando la vida de muchos hondureños de los cuales ha desaparecido no solo el optimismo, sino la sonrisa y la cortesía en las relaciones personales, familiares y laborales para cuya recuperación es necesaria la voz amiga y el consejo oportuno, herramienta eficaz del Teléfono de la Esperanza.
