15/04/2024
12:48 AM

Bloomberg, el magnate que apuesta su fortuna para sacar a Trump

  • 30 noviembre 2019 /

El multimillonario llega tarde a la carrera presidencial, pero confía en que su inmensa fortuna le dará la ventaja para hacerse de la nominación demócrata.

    Washington.

    Michael Bloomberg, uno de los hombres más ricos del mundo, se convirtió en el último candidato en retar a Donald Trump para las elecciones presidenciales de 2020.

    Alcalde de Nueva York durante 12 años, activista contra el cambio climático y gurú financiero, este hiperactivo multimillonario busca ahora la presidencia de Estados Unidos y está dispuesto a invertir su fortuna de 50,000 millones de dólares para alcanzar su objetivo.

    Así lo afirmó uno de sus consejeros, Bloomberg está dispuesto a gastar “todo lo que sea necesario para ganarle a Trump” en noviembre de 2020.

    Y es que contrariamente a lo que sucede en muchos países europeos, en Estados Unidos no hay límite a los gastos que un candidato puede tener, subraya Jacob Neiheisel, profesor de ciencia política de la Universidad de Buffalo.

    La ley estadounidense prohíbe a un individuo donar más de 2,800 dólares a un candidato, pero nada impide a un candidato financiar su propia campaña, o como a Michael Bloomberg o a otro multimillonario en liza, el californiano Tom Steyer, gastarse en ello su fortuna.

    Quienes no son ricos también pueden gastar cientos de millones de dólares gracias a los “super PACs”, los “comités de acción política” que pueden financiarles de manera ilimitada mientras no coordinen su acción con el equipo del candidato.

    Los principales candidatos prefieren por ello renunciar al sistema federal de financiación pública de las campañas, que les obligaría a limitar sus gastos, aunque esto implique “recaudar mucho dinero” para pagar a sus equipos y comprar avisos publicitarios, explica Ester Fuchs, profesora de ciencia política de la Universidad de Columbia y exasesora de Bloomberg.

    Al anunciar el domingo su candidatura a la investidura demócrata, Bloomberg batió un primer récord: compró spots televisivos por 33,5 millones de dólares en una veintena de estados del país esta semana, batiendo el récord semanal fijado por el presidente Barack Obama en 2012, con 25 millones, según la sociedad especializada Advertising Analytics.

    Antes ya había anunciado que también superaría los 100 millones de dólares en publicidad en línea contra el presidente Donald Trump.

    Bloomberg llega tarde a esta batalla, que pese a la deserción de varios en el camino, continúa atestada, con la presencia incluso de otro multimillonario, Tom Steyer.

    Sin embargo, espera que su fortuna -según Forbes es el noveno hombre más rico del mundo- le permita alcanzar al grupo de favoritos, entre los cuales se ubican los senadores Bernie Sanders (78) y Elizabeth Warren (70), dos fuertes críticos de Wall Street a los que acusa de defender puntos de vista “extremistas”.

    Comprar la elección

    Bloomberg destaca que al utilizar su fortuna, evita la influencia perversa de los grupos de presión.

    Trump se valió del mismo argumento en 2015-2016. El mandatario, el primer multimillonario en disputar la presidencia, había anunciado inicialmente que financiaría su propia campaña y por tanto no le debería un peso a nadie.

    Si bien sacó 66 millones de dólares de su bolsillo, terminó aceptando muchas contribuciones, incluido de grandes donantes, recuerda Brendan Fischer, experto de la organización Campaign Legal Center que supervisa el respeto de las leyes electorales.

    Aunque Bloomberg cumpla con su palabra, sus rivales demócratas Elizabeth Warren y Bernie Sanders, que denuncian sin cesar la influencia de los multimillonarios y defienden mayores impuestos a las fortunas para financiar la salud pública o para eliminar las deudas de estudiantes universitarios, ya lo acusan de “comprar la elección”.

    Primero Sanders y luego Warren tornaron en argumento electoral el rechazo de las contribuciones de los cabilderos, acusados de “corromper” la democracia estadounidense. Y este argumento “parece hallar un eco entre los electores”, subraya Fischer.

    Los dos candidatos compensan pidiendo contribuciones a sus partidarios permanentemente. A fines de septiembre encabezaban la recolección de fondos, con 25 millones de dólares cada uno. Una señal de que los demócratas quieren alentar una financiación que parta de la gente es que los candidatos deben reunir cientos de miles de donantes como condición para participar en los debates televisivos.

    Para estar en el debate del 20 de diciembre, hay que probar que uno recibió contribuciones de al menos 200.000 donantes diferentes. Para algunos como el senador de Nueva Jersey Cory Booker esto es un desafío: en el debate del 20 de noviembre imploró a sus seguidores a ayudarlo a permanecer en liza contribuyendo a su campaña.

    Al renunciar de antemano a las donaciones, Bloomberg parece excluirse de los debates previos a las primarias que comenzarán en febrero, salvo si los criterios de selección cambian. Pero poco importa, ya que su dinero le basta para ser un candidato “viable”, subraya Neiheisel. Teóricamente puede permanecer en la carrera todo el tiempo que desee.

    La entrada tardía en la carrera de un multimillonario como Bloomberg podría tener asimismo como consecuencia inmediata el retraso de la aparición de un favorito entre los 18 candidatos demócratas en liza, según los expertos.

    Otra cosa importante: el dinero nunca bastó para ganar una elección, aseguran los expertos al recordar que Hillary Clinton perdió en 2016 luego de haber gastado cerca de 600 millones de dólares, dos veces más que Trump.

    El dinero “es una precondición necesaria” pero “no puede reemplazar ideas que satisfagan o una candidatura que inspire”, subraya Fischer.

    ¿Está estados unidos listo para elegir a su primer presidente gay?

    Pese a la irrupción de Bloomberg en la campaña demócrata, es el joven alcalde Pete Buttigieg, quien se perfila como favorito para ganar la nominación al alcanzar sorpresivamente el segundo lugar en la carrera electoral, según una encuesta difundida la semana pasada.

    El alcalde de South Bend, Indiana, superó a los principales candidatos liberales con antecedentes firmes como Warren y Sanders, para reclamar el segundo lugar detrás del resistente líder a nivel nacional, el exvicepresidnte Joe Biden, según la última encuesta efectuada por la Universidad de Quinnipiac.

    Biden lidera con un 24% entre los votantes del Partido Demócrata y los independientes que se inclinan por esa fuerza, un aumento de tres puntos porcentuales que le permite recuperar la posición de vanguardia desde la última encuesta de Quinnipiac del 24 de octubre, en la que estaba por detrás de Warren.

    Buttigieg, de 37 años, saltó del 10% al 16% en ese mismo período de tiempo, mientras que el apoyo de Warren se redujo a la mitad, del 28% al 14%. Sanders, en tanto, bajó tres puntos, hasta el 13%.

    Declarado abiertamente homosexual, Buttigieg es un veterano de guerra educado en universidades de élite. Sin embargo, sus preferencias sexuales pueden ser uno de sus mayores obstáculos para alcanzar la presidencia. En entrevistas realizadas en julio con una muestra de electores demócratas afroamericanos de Carolina del Norte, algunos indicaron sentirse “incómodos” con la orientación sexual de Buttigieg, según un memo que se filtró a los medios.

    La mayoría, según ese documento, parecían no obstante tranquilizarse tras escucharlo hablar: los discursos de Buttigieg derrochan moderación, y rara vez desaprovecha la ocasión de mencionar su fe cristiana.

    Pero a fines de octubre, un sondeo indicó que 45% de los electores consideran que Estados Unidos “no está listo” para un presidente gay.

    Por ahora, sin embargo, el joven alcalde continúa su ascenso, sobre todo gracias a contribuciones financieras, una prueba de que seduce más allá de los ricos donantes de Hollywood, donde multiplicó las cenas de recolección de fondos, con el apoyo de celebridades como Gwyneth Paltrow o Barbra Streisand.