La casa de tierra de don Manuel Pineda Sarmiento sigue en pie a pesar de haber sido la primera que embistió la avalancha de tierra y piedras desprendida de la montaña El Merendón, en la colonia Lempira, de San Pedro Sula, frente a la carretera de occidente.
Con láminas y nailon, don Manuel mantiene tapados todavía los boquetes abiertos, en dos paredes, por la correntada que bajaba de los cerros henchidos de agua, arrastrando tierra, piedras y palos.
Por un estrecho camino escalonado que se torna resbaladizo en invierno, la familia sube hasta sus dominios desde donde se divisa parte de la colonia Lempira. “Todas esas son casas nuevas, las otras se las llevó la avalancha”, manifiesta don Manuel mientras señala los techos de zinc reluciente que se ven desde su covacha.
Al pie de la montaña de El Merendón, por el lado sur, surgió una invasión de tierras que con el tiempo se convirtió en la colonia Lempira. Durante el huracán Mitch, la ladera se hinchó de agua y se desmoronó. Fotografías: Amílcar Izaguirre
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La casa, que el hombre y la mujer construyeron con adobes de tierra, sigue tal como la dejó el Mitch porque “no hay billete para arreglarla”. Hombres del gobierno local subieron al cerro, al pasar el vendaval, supuestamente con la intención de ayudar a los damnificados , pero a don Manuel y a su mujer, solo los apuntaron en los cuardernos.
Con su puerta principal desvencijada, la casa se resiste a caer. Está llena de cachivaches y en medio de estos sobresale la cama en la que duerme uno de los hijos. La pareja y otros dos vástagos descansan en una casa contigua construida, después del Mitch, con desperdicios de madera. Una hornilla de tierra, con una cafetera y una olla vacía, divide a las dos viviendas.
Hasta debajo de las camas se observan, en ambas casas, mazorcas de maíz que el hombre ha tapiscado de una milpa cultivada por él en lo alto de la montaña. El cultivo es el único patrimonio de la familia.
Relato
Renán Martínez. “No estaban en la colonia marginal los damnificados que entrevisté tras la catástrofe. Todos emigraron al perder sus viviendas. Encontramos una comarca con casas nuevas a ambos lados de la empinada calle por donde corrió desenfrenado, desde El Merendón, el caudal de lodo y piedras”.
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Hace unos tres años sucedió una desgracia, por esa situación, en un casa cercana a la de don Manuel. Una roca de aproximadamente media tonelada traspasó el techo de zinc y cayó sobre la humanidad del guardia Miguel ángel López, lo que le causó la muerte.
Un pequeño hijo que dormía a su lado resultó con la pierna derecha fracturada y la izquierda herida por el filo de otra piedra; Ana Rivera, madre del niño, salió ilesa porque estaba durmiendo en otra cama.
Después de 20 años, Renán Martínez, periodista de Diario LA PRENSA, regresa a la colonia Lempira de San Pedro Sula para conocer la situación de las personas que resultaron afectadas por el Mitch. Fotografías: Amílcar Izaguirre
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A raíz de aquel cataclismo, la zona fue declarada de alto riesgo por ser tan vulnerable. Cuando se lo recordamos a don Manuel, la respuesta fue la misma de otros vecinos: “¿Y para dónde nos vamos?”
Después de 20 años, Renán Martínez, periodista de Diario LA PRENSA, regresa a la colonia Lempira de San Pedro Sula para conocer la situación de las personas que resultaron afectadas por el Mitch. Fotografías: Amílcar Izaguirre
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