La división entre los que afirman que los sucesos del 28 de junio 2009 fueron un golpe de Estado siguen convergiendo con las opiniones de quienes sostienen que todo se hizo en apego a la Constitución de la República.
A un año de los hechos que acabaron con la deposición de Manuel Zelaya del poder, las secuelas siguen vigentes pese a los esfuerzos del “Gobierno de Unidad Nacional” de hacer que el país vuelva a la normalidad.
Pese a las circunstancias, la gran mayoría de la población se reintegró con éxito a sus actividades cotidianas; no obstante, hay remanentes de inconformidad producto de esa etapa negra de la historia hondureña.
Catalina de Díaz, una respetada lideresa de la comunidad católica Cristo Salvador, del barrio Barandillas en San Pedro Sula, desde su óptica señala que “la crisis política no se ha corregido, aunque pareciera que se ha apaciguado”. A su juicio, todo este año ha evolucionado “muy lento”. Está casi segura que alcanzar la “normalidad” en el país ocupará varios años más. No se pone ni en un bando ni en el otro, pero apoya a que se olviden las diferencias y salga a la luz la verdad. Contrastando con su opinión, están los que afirman que lo acontecido el 28 de junio nunca será superado.
Ricardo Gómez ha sido fiel seguidor de la ideología de Zelaya. No es miembro activo del zelayismo y hasta reprocha a quienes se han dedicado a manchar paredes y a ejecutar actos vandálicos en aras de su causa. Afirma que “esta batalla” se ganará, pero de otra manera. “Tenemos que demostrar al mundo la verdad de lo que pasó antes y después del golpe de Estado contra Mel”, sostiene consciente de que la reconciliación sólo empezará a tejerse si Zelaya vuelve al país y se reintegra a la vida política y social de Honduras.
Etapas superadas
Para ninguno de los dos bandos notoriamente marcados en la sociedad hondureña la situación ha sido fácil.
La postcrisis divida en dos etapas tiene muchos puntos pendientes.
La primera fase superada fue antes de las elecciones generales del 29 de noviembre de 2009.
Con la convulsión social desatada producto de la oposición de los seguidores del depuesto Zelaya, quienes reclamaban su restitución, el reto fue lograr que los comicios -pactados en mayo de ese mismo año- fueran exitosos.
Las amenazas de boicot a la justa electoral elevaban la alerta del Gobierno interino y de las autoridades electorales concentrados en que los hondureños fueran a votar por sus nuevas autoridades sin que se dieran percances en la ruta a las urnas.
La convicción era entregar la dirección del país al Presidente que resultara electo, y así fue.
Los comicios se llevaron a cabo y resultaron ser los más exitosos de la historia.
El nacionalista Porfirio Lobo Sosa se alzó con el triunfo y con una sobrada ventaja por sobre su principal contrincante, el liberal Elvin Ernesto Santos.
Así y oficializado por el Tribunal Supremo Electoral, TSE, Lobo Sosa se convirtió en el Presidente que logró el apoyo de más ciudadanos en la historia democrática de Honduras.
Con facilidad pudo superar a Ricardo Maduro, también del Partido Nacional, quien en las elecciones generales de 2001 obtuvo 1,134,000 marcas.
El TSE entregó a Porfirio Lobo, el jueves 21 de enero de 2010, la credencial que lo oficializa como presidente electo de la República de Honduras para el período 2010-2014.
En el histórico proceso electoral celebrado en Honduras participó una cifra récord de 2.3 millones de ciudadanos, en medio de las sanciones económicas y políticas de la comunidad internacional, tras los acontecimientos del 28 de junio de 2009.
En dichas elecciones, el Partido Nacional obtuvo 1,213,995 votos, equivalentes al 56.56% de la votación general.
En busca de reconocimiento
Ya con Lobo a la cabeza y su gabinete de gobierno conformado con ex candidatos presidenciales y funcionarios procedentes de varios partidos políticos, estableció el denominado “Gobierno de la Unidad Nacional”.
Con el aparato estatal trabajando, las autoridades han concentrado gran parte de sus esfuerzos en lograr que Lobo Sosa, su gobierno y los comicios que lo ascendieron al poder, sean reconocidos por la totalidad de la comunidad internacional.
Para lograr el pleno reconocimiento, Lobo se ha esforzado en cumplir con exigencias, como la creación de una Comisión de la Verdad que dilucide lo que pasó antes, durante y después de la crisis.
Sin embargo, Honduras sigue apartada de las instituciones regionales, sobre todo por el rechazo de los países seguidores del Socialismo del siglo 21 que propugna el venezolano Hugo Chávez, quienes exigen garantías para el regreso de Zelaya a Tegucigalpa desde su exilio en República Dominicana.
Paulatina normalización
Desde que Honduras lograra el reconocimiento de Estados Unidos, Guatemala, El Salvador, Colombia y otros países con quienes se mantienen vigentes relaciones diplomáticas, la carrera para lograr la aceptación internacional total no ha parado.
Según el canciller, Mario Canahuati, a la fecha ya se mantienen normalizadas las relaciones con al menos 86 países de los 103 con que se relacionaba antes. Vale aclarar que Honduras tenía antes de la crisis 33 embajadas permanentes en igual número de naciones y 45 consulados.
Pero internamente las situaciones no han caminado de la mejor manera.
El presidente Lobo Sosa reiteró en dos ocasiones que miembros de su partido y otros personajes, que no nombró, estarían activando por sacarlo del poder.
Sus declaraciones escandalizaron al país y volvieron los ojos del mundo a la nación que busca reponerse de las hechos del 28 de junio.
Sus declaraciones las reiteró dos días antes de viajar junto a su familia, funcionarios y amigos al Mundial de Sudáfrica del que la Selección de Honduras ya fue eliminada. A su retorno, el mandatario no ha vuelto a hacer mención del hecho y sigue pendiente una plática formal con la Fiscalía, que le pide que detalle su seria denuncia.
Micheletti no se arrepiente de nada
Hace una semana, el ex presidente interino de Honduras Roberto Micheletti abandonó el distanciamiento que mantenía con todo evento o actividad pública. Luego de asistir a El Salvador a impartir una conferencia sobre democracia y ser laureado por unos y señalado por otros, Micheletti volvió a ocupar la mira de las cámaras al asegurar que no se arrepiente de haber participado en la separación de Zelaya del poder.
“Yo no me voy arrepentir de nada de lo que pasó en mi país, de lo único que me arrepiento es de la incomprensión que nunca esperé de parte de los demás países del mundo”, dijo Micheletti en El Salvador. Micheletti alegó que esa decisión fue para “defender la democracia mediante una sucesión constitucional. Estoy totalmente seguro que no fue un golpe de Estado”.
El político además le pidió al embajador de Estados Unidos y al de España, Hugo Llorens e Ignacio Rupérez, que no intervengan en los asuntos internos del país. “Creo que debe existir un poco más de explicación en cada participación de estos señores”, dijo.
Zelaya es funcionario activo de Petrocaribe
El depuesto presidente Manuel Zelaya asumió su papel de coordinador en jefe del “consejo político de Petrocaribe”, incluyendo parte de la asociación estratégica entre la Refinería Dominicana de Petróleo y el holding Petrolero de Venezuela, Pdvsa. Estas funciones le fueron asignadas a Zelaya por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien le otorgó un cargo político en Petrocaribe. “El Consejo de Petrocaribe será de nueva creación y estará adscrito al organismo que busca fortalecer la independencia política y la defensa de la democracia popular en América Latina y el Caribe”.
Pero Zelaya además de tener trabajo, se estrenará como conferencista al participar en un seminario internacional sobre la “Transformación del Crédito Agrícola en el Desarrollo Rural”. El evento empieza el martes 6 de julio en a Universidad Autónoma de Santo Domingo.
La actividad es organizada por el Parlacen, y el Foro Agropecuario que coordina Sebastino Brito, diputado del Parlacen. Zelaya dijo que tampoco se arrepiente de nada.