24/04/2024
07:19 PM

El María Auxiliadora: más de 70 años formando señoritas

El instituto es el único en San Pedro Sula que aún mantiene la educación exclusiva para menores del sexo femenino. Actualmente estudian 530 adolescentes.


Sharon Caballero tiene 17 años y estudia segundo de bachillerato en ciencias y letras. Tiene su corazón dividido. A diferencia de algunos alumnos, ella no quiere dejar la secundaria.
La razón: extrañará su colegio, sus amigas y cada rincón de la institución donde estudia, el María Auxiliadora.

Desde 1939, cuando cuatro hermanas pertenecientes al grupo de hijas del salesiano fueron llamadas por el Nuncio Apostólico de San Pedro Sula a servir en la formación académica de las señoritas, esta institución se ha encargado de dejar huella no solo en el ámbito educativo, sino en el espiritual.


El María Auxiliadora es el único colegio de señoritas que queda en San Pedro Sula. Los emblemáticos San Vicente de Paúl y Acasula se convirtieron en colegios mixtos hace años. El Martha Grey cerró. Solamente queda una escuela de niñas.

La colorida y solemne capilla del María, sus amplias áreas de deportes y el majestuoso salón de presentaciones lo hacen un centro de estudio con valor agregado y 74 años de fundación.

Satisfacción

“Cada vez que las jovencitas de último año se van, hacen fila para tocar la campana que aún se mantiene como el primer día”, explica sor Bertha Méndez, directora desde hace cuatro años del centro educativo.

Con satisfacción enumera las innovaciones que tienen para una óptima enseñanza en las carreras de bachillerato en ciencias y letras y administración de empresas.

“Tenemos tecnología y los elementos necesarios para dar educación de calidad. De hecho, los resultados en pruebas de admisión en la Unah-vs lo avalan”.

Actualmente, 530 señoritas reciben el pan del saber en ese lugar. En medio de ellas hay varios profesores como José Moradel, quien reconoce que se siente “privilegiado” por formar parte de la institución. “Ellas son diferentes, sumisas y obedientes”, dice el catedrático.

Sor Grossnie Velásquez lleva más de 30 años en el centro de estudio y afirma que aunque no todas logran adaptarse al sistema, “la mayoría producen una enorme satisfacción en nuestro trabajo. Hay algunas rebeldes, pero se adaptan con el tiempo. Es normal por su edad”.

A diario llegan muchas madres a recoger a sus hijas. Muchas de ellas alguna vez fueron alumnas y en cada oportunidad aprovechan para saludar a las hermanas, visitar la capilla, recordar sus anécdotas, narrar más de alguna y disfrutar al tocar la campana de nuevo.

Los administradores no descartan que algún día se convierta en mixto, pero por ahora “los padres están contentos”.