24/11/2025
10:23 PM

El cerrajero convertido en un escritor extraordinario

“Siempre digo lo que pienso en cada momento, si a la gente le gusta, pues muy bien, y si no le gusta, pues encantado”, explicaba en una entrevista a EFE-Reportajes en octubre de 2005 el escritor portugués José Saramago.

    “Siempre digo lo que pienso en cada momento, si a la gente le gusta, pues muy bien, y si no le gusta, pues encantado”, explicaba en una entrevista a EFE-Reportajes en octubre de 2005 el escritor portugués José Saramago, fallecido a los 87 años en Lanzarote, donde residía desde 1993 con su actual esposa, la periodista y traductora Pilar del Río.

    La sencillez y humildad han sido unas constantes en la vida de Saramago, el hombre que se dedicó a la literatura porque no le gustaba el mundo que le tocó vivir. Nacido el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, una aldea de Ribatejo, Portugal, José de Sousa, su auténtico nombre, fue más conocido por el apodo de su familia paterna, Saramago.

    “No sé de dónde venía, pero en los pueblos era muy común tener un apodo. ‘Saramago’ era un apodo desde no sé cuándo. Cuando mi padre fue a inscribir mi nacimiento, el funcionario le preguntó cómo se iba a llamar el niño y mi padre contestó: ‘Se llamará como su padre’.

    El funcionario añadió Saramago a José de Sousa sin que mi padre se diera cuenta hasta que cumplí los siete años y fue necesario presentar una partida de nacimiento en la escuela primaria”, explicaba el escritor en 2005 a EFE-Reportajes.

    Trasladado a Lisboa a los dos años, tuvo que abandonar la enseñanza secundaria al terminar el primer curso ante la falta de medios económicos de sus progenitores, aunque no dejó su gran pasión, los libros. Una biblioteca de Lisboa fue el escenario donde el joven Saramago se encontró con el mundo literario. “Aquí leí desde los 17 años, trabajaba por el día y de noche venía aquí, entonces no existían los préstamos de libros y puedo decir que mi formación literaria se fraguó así. A los 19 un amigo me prestó dinero y compré mi primer libro”.

    Conversión en escritor

    Nadie podría imaginar lo que vendría después, un cerrajero industrial convertido en literato de éxito. El escritor estrenó su trabajo literario con “Tierra de pecado”, en 1947, aunque no llegó al público hasta los años 80, cuando salieron de su puño “Alzado del suelo” (1980), “Memorial del convento” (1982), “El año de la muerte de Ricardo Reis” (1984), “La balsa de piedra” (1986) e “Historia del cerco de Lisboa” (1989).

    La publicación del “Ensayo sobre la ceguera” (1995) fue la primera entrega de una triunfal trilogía sobre la identidad del individuo, que completó con “Todos los nombres” (1998) y “Ensayo sobre la lucidez” (2004).

    Su obra literaria ha estado centrada en reflexiones sobre alguno de los principales problemas del ser humano. Un reflejo de su personalidad. “Yo tengo un temperamento melancólico, no tengo la risa fácil, de mí no se oye una carcajada. Si soltara una carcajada yo mismo no me lo creería. Luego, tengo esta cara un poco cerrada. Me dicen que si nunca sonrío. Sonrío cuando tengo un motivo”, explicaba. En 1998 llegó el Premio Nobel de Literatura...

    En los últimos años, no dejó pasar demasiado tiempo entre novela y novela. “No me planteo lo que me gusta más o menos de mi rutina. Tengo mi trabajo y ahí no me puedo sentar sólo cuando me da la gana. A veces digo que la primera condición para escribir es sentarse y no estar esperando a que te llegue la inspiración. También hay momentos desagradables…”, reconocía.

    De estos últimos años proceden sus novelas “La caverna” (2000); “El hombre duplicado” (2002); “Las intermitencias de la muerte” (2005); “Las pequeñas memorias” (2006); “El viaje del elefante” (2008), y “Caín” (2009), la última novela de este gran escritor. Entre sus obras figuran también los autobiográficos “Cuadernos de Lanzarote I y II” (1997 y 2001).

    Tras la presentación de su último libro “Caín” en noviembre de 2009, Saramago preparaba una novela sobre la industria del armamento cuando lo sorprendió la muerte. EFE