El Ejército se movilizó ayer para ayudar a poner fin a una ola de violencia xenófoba que ha matado a por lo menos 42 personas y dañado la reputación de Sudáfrica como el bastión de la estabilidad política y económica del continente.
Funcionarios del Gobierno dijeron que estaban trabajando con agencias internacionales de ayuda para repatriar a extranjeros aterrorizados, particularmente mozambiqueños.
El líder de la oposición en Zimbabwe trató de calmar a sus compatriotas que se refugiaron en una estación de policía en Johannesburgo.
Más de 3 mil extranjeros se han visto obligados a abandonar sus viviendas por la violencia.
Al menos 42 personas han muerto, ya sea quemadas, acuchilladas, baleadas o a golpes. Imágenes de los incidentes han ocupado las primeras planas de diarios en todo el mundo y avergonzado al Gobierno, cuyos propios líderes se refugiaron en el pasado en países vecinos durante el régimen racista blanco.
Hecho
Dos cadáveres calcinados fueron encontrados ayer en un barrio de Johannes-burgo.