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Vacaciones con diversión para todos los gustos

  • 18 marzo 2016 /

En las playas de Marejada en Puerto Cortés el oleaje es más fuerte por estar frente a mar abierto.

Puerto Cortés, Cortés

Un abanico de opciones para ahuyentar el calor ofrece esta temporada la ruta turística de Puerto Cortés y Omoa. No solo playas encantadas encontrará el visitante para su esparcimiento en el principal puerto de Honduras, sino también lugares acogedores en medio de la montaña como Ecoaventuras Turísticas Los Laureles.

Por una carretera balastreada de cuatro kilómetros se llega a este rincón escondido en medio de una exuberante vegetación de Cieneguita; ahí podrá bañar en piscinas alimentadas por aguas que nacen en la montaña o subir hasta la Cueva de Los Duendes.

Un enorme dinosaurio esculpido en cemento que tira agua por la boca da la bienvenida a los visitantes, quienes además pueden lanzarse en canopy o quedarse a dormir en un yate acondicionado como habitación con ambiente climatizado.

Frente a las playas municipales repletas siempre de excursionistas está el hotel Costa Azul, punto de encuentro para ejecutivos, pero que en esta temporada es escogido además por veraneantes como estadía temporal para desplazarse a otros centros atractivos de la ruta turística.

Desde su terraza, el huésped puede contemplar una puesta de sol y ver a los bañistas de las populares playas, mientras degusta uno de los cocteles o platillos que sirven esmerados meseros.

La aventura veraniega puede comenzar antes de llegar al puerto, si el viajero coge a la izquierda del Río Medina, donde se encuentra el Parque Ecológico y Turístico Zafari, con piscinas, dos cabañas de madera y hasta un pequeño zooológico.

Por cualquier rumbo que el turista tome encontrará en el viejo Puerto Caballos un lugar adecuado a su gusto. Si toma por el lado de Travesía y Bajamar podrá no solo zambullirse en las bravas aguas del mar Caribe, sino también disfrutar de la rica cultura garífuna en la que se destaca el baile punta y las comidas a base de coco recién salidas de los hornos de leña.

Más allá está La Sabana invitando a los amantes de la naturaleza a contemplarla en todo su esplendor. Navegando sus canales de agua dulce que conectan con el río Chamelecón se pueden observar toda clase de especies animales en su hábitat natural.

Por hoteles no se preocupe porque los hay de todas las categorías, tanto en el centro de la ciudad como en las diferentes playas; pero haga las reservaciones con anticipación porque en temporadas altas, como en Semana Santa, se pueden agotar los cupos.

Si quiere dar un recorrido en lancha por la bahía tiene varias opciones para embarcarse, una de ellas es en el restaurante Dolfin donde además puede comer en un amplio quiosco techado de zacate, metido en el mar.

Foto: La Prensa

Omoa ofrece los más variados restaurantes en el centro y a lo largo de la carretera.

Vamos a Omoa

De aquí el turista puede partir hacia Omoa que se ha convertido en los últimos años en una de las zonas de más avance turístico en Honduras.

Omoa no solo es playas, su fortaleza en pleno centro de la comunidad encierra historia de piratas y bucaneros que buscaban el oro hondureño en tiempos de la Colonia y fueron repelidos a puro cañón.

Entre los pueblos del municipio está Cuyamel con muchos vestigios que hablan sobre el asentamiento de la primera compañía bananera en el país allá por 1930, la Cuyamel Fruit Compañy.

En las afueras de la comunidad funciona el parque San Ignacio que disfrutan adultos y niños, porque además de restaurante donde se come hasta carne de búfalo, cuenta con un zoológico y juegos de diversión.

La carretera de Puerto Cortés a Omoa corre paralela al mar, por eso antes de llegar al puerto el visitante encuentra en el trayecto una diversidad de centros de atracción turística como The Marine (La Marina), un selecto restaurante administrado por el Club de Pesca del Caribe.

La vela del marisco es uno de los platos que atrae a los veranenates, quienes se solazan viendo la bahía mientras degustan la exquisitez de los mariscos y otros antojos que se sirven en este lugar, sede de competencias de pesca en el sector de Muchilena.

En cuanto el cliente se baja del carro es abordado por atentos meseros para darle la bienvenida y conducirlo al sitio donde será atendido.

Antes de la entrada a Omoa está el restaurante Viña del Mar que ofrece desde pasta con camarones hasta mariscos a la parmesa. Ingrese por la gasolinera Uno y pregunte por sus combos familiares y por el alquiler de villas. Adelante está el desvío a la comunidad de Omoa que se abre alegre con una larga fila de restaurantes frente al mar.

Es el sitio preferido por los excursionistas para comer, bañar y bailar. Algunos negocios como Scapate, presentan música en vivo. Allí está el muelle adonde atracan los pescadores y se ofrecen paseos en lancha hasta por cincuenta lempiras por persona.

Foto: La Prensa

Miles de turistas llegan a las comunidades garífunas de Puerto Cortés y Omoa en busca de las tajadas de plátano verde, pescado frito, pan de coco y guífiti que preparan los nativos.

Los amantes de la tranquilidad prefieren soslayar el bullicio de la cabecera municipal y seguir en su vehículo particular con dirección a la frontera con Guatemala.

En Milla Dos está el Family Restaurant que como su nombre lo indica es para disfrutar en familia, tanto así que no se vende nada de alcohol, según dijo su propietario Efraín Euceda, quien aprendió el arte de atender al cliente mientras trabajó como mesero en un crucero.

Como el establecimiento está sobre un acantilado a la orilla de la carretera, hay que bajar hasta la playa desde el restaurante, por una grada empedrada, pero también se puede apreciar desde arriba.

Otro punto de parada es el restaurante Sabor a Costa, en Milla Cinco, adonde se sirve la mejor sopa de mariscos. El sopón marinero es la muestra.

Entre los hoteles exclusivos que el veraneante encuentra en ese recorrido, a 15 minutos de Omoa, está Paraíso, que es escogido por personas que prefieren salir de los tradicionales salones de la ciudad para realizar sus eventos sociales.

Un lujoso bar con asientos en forma de nalgas, camas colgantes al aire libre, salón para juegos y un muelle circular de piedra son parte de los atractivos de este hotel que por el momento cuenta con 10 habitaciones.

“Aquí no vienen buses con excursiones, aquí hemos hecho varias bodas a la orilla del mar”, dice su administradora, Patricia Chavarría.

Más adelante en ese mismo sector se encuentra el Rawacala Ecopark, ahí hay canopy, senderos y una deliciosa caída de agua.

Mientras Omoa guarda la sencillez y el encanto de un pueblo pequeño y el orgullo de tener la fortaleza de San Fernando, Puerto Cortés es una ciudad más grande con mayor infraestrucutra turística. Pero ambas se complementan para brindar lo que el turista busca.