Ansiedad y depresión adolescente, conoce los síntomas enmascarados

Se estima que entre un 10 y un 20 por ciento de los adolescentes españoles presenta problemas de ansiedad.

  • 23 nov 2020

SAN PEDRO SULA.

Al igual que la ansiedad, sus síntomas se esconden detrás de desordenes psicosomáticos o comportamientos que se vinculan a esta etapa vital de profundos cambios. Cuando los adolescentes con depresión acuden a la consulta muchas veces no presentan síntomas asociados a la tristeza.

Manifestaciones psicosomáticas, disminución del rendimiento escolar, irritabilidad, pérdida de la energía habitual, mayor rebeldía, práctica de conductas de riesgo. Estos son algunos de los signos de alarma que deben llevar al pediatra a sospechar, explica a EFEsalud el doctor Félix Notario, portavoz de la Sociedad Española de Medicina del Adolescente (SEMA).

También las alteraciones del sueño, poca atención al aspecto físico, retraimiento social, disminución de la capacidad para concentrarse y pensamientos de muerte.

“Aunque muchos de estos síntomas son característicos de la etapa adolescente, no nos podemos quedar ahí y debemos insistir en la necesidad de no banalizar este tipo de manifestaciones”, precisa. En muchos casos la depresión no aparece ligada a una causa clara desencadenante.

Factores hereditarios
“Debemos tener en cuenta, en primer lugar, factores hereditarios que, de existir, pueden tener un peso importante en el desarrollo de esta patología”, explica.

En segundo lugar, hay que valorar de manera global la situación personal del adolescente: “Consumo de sustancias, pérdidas personales significativas, uso excesivo de las redes sociales y de las tecnologías, que pueden estar ocasionando un aislamiento excesivo”, prosigue.

A su juicio, ni la sociedad ni los profesionales en particular le dan la importancia real que tiene la ansiedad y la depresión en los adolescentes. “En parte porque no estamos preparados para abordar el diagnostico no diagnosticamos tan pronto y tan bien como deberíamos. Y después, la sociedad en general cree que este tipo de trastornos no tienen que ver con el niño y el adolescente”, considera.

Según este pediatra, se puede hablar del aumento de ingresos en las urgencias hospitalarias por crisis de ansiedad de los adolescentes.

Ansiedad, depresión: síntomas enmascarados según la edad
Así, en los niños de menor edad, alrededor de los lo 4/5 años , los síntomas pasan por irritabilidad, apatía, falta de interés y colaboración, crisis de llanto sin venir a cuento, ausencia de apetito o problemas de sueño.

Pero a medida que el niño se hace mayor hay que valorar expresiones más tristes, llanto, desesperanza, disminución del rendimiento escolar, dificultades en la concentración.

“Los pediatras -señala Félix Notario- estamos hartos de ver dolores de cabeza o digestivos que tienen que ver no con síntomas físicos, sino simplemente como manifestaciones de problemas psicosomáticos”.

Y ya en la adolescencia, indica el especialista, los síntomas son más parecidos a los de un adulto . “La sintomatología es amplia si uno está en guardia”, indica.

Y defiende que es el pediatra quien tiene la responsabilidad y el peso, sobre todo, en el diagnóstico y orientar el camino que se va a seguir, sea modificación de pautas en el ámbito familiar, psicoterapia o fármacos en alguna ocasión.

Estrés en el embarazo
Otro aspecto interesante a tener en cuenta son las “circunstancias adversas” que pueden darse en el embarazo o en los primeros años del niño. “Ese estrés que puede soportar en un momento dado se va a proyectar en edades posteriores en forma de trastornos de ansiedad o depresivos”, continúa el doctor.

Pone el acento también Notario en los estilos de vida actuales, los cambios en las familias, las relaciones de comunicación entre iguales, el mundo de internet, las redes sociales, los móviles… “Llueve sobre mojado y aparecen muchos más trastornos en esta esfera psicoafectiva”, agrega.

Se trata, según Notario, de una suma de factores y “en este cóctel de muchos ingredientes hay personalidades más predispuestas a descompensarse y ese medio ambiente no ayuda para nada”.

Exigencia y sobreprotección
Reflexiona el especialista también sobre el hecho de que estamos en una sociedad exigente por un lado y sobreprotectora de los niños y adolescentes por otro.

A ello hay que sumar la incorporación de la mujer al mundo del trabajo. Y el modelo de relación familiar también influye muchísimo y el niño busca su propio mundo”, apunta.

Luego está el hecho de que la sociedad exige desde los primeros años de vida. “Hay una competitividad tal que se sienten presionados, no encuentran su sitio, hay una distorsión de su propia imagen, de su propia autoestima…”, evalúa.

Comunicación familiar
Por todo ello, el pediatra aconseja que en la medida de lo posible se debe recupera el papel de la familia en el día a día. “Estar cerca, compartir, mejorar esa relación en forma de autoestima, de responsabilidad es muy importante”, recalca.

Por otra parte defiende que los educadores deben mentalizarse con las peculiaridades de la sociedad actual: ”estar, por ejemplo, muy atentos a bajadas de rendimiento escolar”.