Cómo saber si mi hijo tiene anorexia o bulimia

Signos de alerta y qué hacer ante los trastornos alimenticios de niños y adolescentes.

  • 13 nov 2020

SAN PEDRO SULA.

Los trastornos alimentarios comúnmente se desarrollan desde los primeros años de la adolescencia.

Este es un momento en el que los jóvenes adolescentes se vuelven más independientes de sus padres y, también, pueden ser más distantes en su relación. Puede ser difícil saber si los cambios en el comportamiento de su hijo son el resultado de un desarrollo adolescente normal o si son signos de un trastorno alimentario.

Los principales trastornos alimentarios en menores:
Los problemas de conducta de los menores frente al plato tienen varias caras:
- Anorexia nerviosa. Se caracteriza por una restricción alimentaria considerable, por encima de las necesidades del sexo y edad de la persona, debido al miedo a engordar. En ocasiones, está acompañada de episodios purgativos (provocación de vómitos, aplicación de enemas, consumo de diuréticos). Hay un rechazo a mantener el peso por encima del límite inferior considerado como normal.
- Bulimia nerviosa. Es un trastorno caracterizado por la excesiva y recurrente ingesta de comida (los llamados atracones), que, en ocasiones, se acompaña de conductas compensatorias posteriores (provocación del vómito). De forma paralela, puede haber tendencia a la impulsividad, conductas obsesivas o depresión.
- Trastorno de la conducta alimentaria no especificado. Se encuentra a caballo entre los dos anteriores.

La anorexia no es solo cosa de chicas
Los trastornos alimentarios no solo afectan a la población femenina. De hecho, “en los últimos años está aumentando el número varones que los padece. En ambos sexos, además, vemos que los síntomas aparecen de forma más precoz que en décadas precedentes”, explica Carabaño.

“Cada vez se declaran más casos, pues las familias y los propios adolescentes disponen de más información. A su vez, los pediatras estamos más concienciados sobre este tema, y tomamos cartas en el asunto antes. Pero qué duda cabe, no hemos de olvidar que los estereotipos sociales de la delgadez tienen también su cuota de culpa en este aumento. Hoy por hoy, se le da un valor máximo al aspecto físico”, añade el doctor.

La prevención es la mejor arma para que los niños y adolescentes no sufran un trastorno alimentario que deteriore su salud, calidad de vida y merme su felicidad. En este sentido, los expertos recomiendan “evitar darle más importancia de la cuenta al físico. Muchas veces, en las conversaciones del día a día, emitimos juicios a la ligera sobre el peso de las personas que nos rodean, que acaban dejando un poso muy problemático en nuestros hijos. Además, los padres deben de estar muy pendientes frente la aparición de cualquiera de los signos de alarma de los trastornos de la conducta alimentaria. Atajar el problema antes de que aparezca, o en las primeras fases del mismo, tiene importancia en relación con el pronóstico”, añade el experto.

Pasos a dar ante la sospecha
Los padres conocen las rutinas y costumbres diarias de sus hijos en casa por lo que pueden detectar cambios preocupantes en su conducta alimentaria. “En primera instancia, pueden hablar con ellos para advertirles del problema. También es aconsejable contar con la complicidad y el apoyo del grupo de referencia del adolescente.

Los casos más leves se pueden recuperar simplemente con esta ayuda familiar y social. El pediatra de atención primaria también les puede dar un soporte y consejos de salud. En otros casos, se requiere la ayuda de los pediatras expertos en nutrición y de los equipos de psiquiatría infantil”, recomienda Carabaño.

Para los pacientes más graves, que suelen ser los que padecen anorexia, “existen unidades específicas que consisten en un ingreso hospitalario que puede durar aproximadamente un mes, durante las 24 horas, para estabilizar la parte física y conseguir que recuperen peso.

Tras esa fase, reciben tratamiento en un hospital de día, donde comen y hacen terapia individual y de grupo. Todo el proceso del tratamiento hasta el alta puede durar alrededor de tres años' explica Eduard Serrano.

Signos de alerta
-Pérdida de peso inexplicada.
-Ausencia o pérdida de menstruación en adolescentes (más de tres ciclos consecutivos).
-Preocupación excesiva por perder peso en personas que ya están delgadas.
-Mayor frecuencia de sensación de frío en comparación con otros compañeros.
-Cambio en hábitos de vestimenta (ropa muy amplia), así como de horarios.
-Modificación de los hábitos alimentarios.
-Distorsión de la imagen corporal (jóvenes que se ven gordos, pero no lo están).
-Tienen un miedo exagerado a engordar y lo reconocen abiertamente.
-Están muy pendientes de los portales de información nutricional.
-Uso de dietas muy restrictivas.
-Evitan comer en público.
-Beben agua excesivamente (para generar sensación de plenitud).
-Negativa a mantener su peso adecuado.
-Hacer deporte de manera compulsiva.
-Personalidad muy perfeccionista. Jóvenes muy brillantes y con un excelente rendimiento académico.
-Baja autoestima.
-Tristeza porque sufren. Pasan de ser chicos felices e integrados a estar tristes e irascibles.
-Pérdida de las amistades habituales.
-Mienten para esconder su sintomatología.