Mantener limpio el hogar no es sencillo. Requiere de cierta dedicación que, en combinación con pequeños trucos, harán que limpiar tu casa de forma rápida y efectiva pueda ser una realidad. Sin embargo, aunque estamos acostumbrados a tener que limpiar el horno o el lavavajillas, hay otras tareas que no nos resultan tan sencillas.
Una de ellas tiene que ver con las toallas del baño: ¿te has planteado alguna vez cada cuánto debes lavarlas y cómo? Porque, por si no lo sabes, es muy probable que no lo estés haciendo bien y cada vez que te duchas, te estás secando con una toalla sucia, a pesar de que la hayas metido en la lavadora.
Tal y como recuerda el Foro Científico Internacional sobre Higiene del Hogar, el baño y el inodoro son áreas comunes de la casa y tienen tanto uso que también «ofrecen oportunidades constantes de propagación de infección» si no se llevan a cabo estándares básicos de higiene.
Y es que el baño es fuente de microorganismos patógenos (nocivos), es decir, es donde proliferan virus, bacterias u hongos que causan enfermedades. Entre ellos, están los estomacales, como la salmonela o la E. coli, que se vierten en el inodoro a través de las heces.
Pero también las bacterias relacionadas con la piel, como el estafilococo aureus. «Hasta el 60% de la población puede portar el estafilococo aureus porque forma parte de la flora cutánea. Los portadores eliminan el organismo a través de la superficie de la piel», explica el Foro. Pero «la tasa de desprendimiento aumenta cuando las personas se quitan la ropa, se bañan o se secan con una toalla debido a la fricción con la piel», añade el Foro Científico Internacional sobre Higiene del Hogar. Es aquí donde las toallas se convierten en las peores enemigas.
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Preferiblemente, lava a alta temperatura (60 grados o más), usando un detergente que contenga oxígeno activo, ya que al entrar en contacto con el agua penetra en los tejidos, eliminando manchas y gérmenes. El Foro Científico Internacional sobre Higiene del Hogar explica que también se puede lavar a menor temperatura (40 grados) pero «sin la presencia del oxígeno activo no se destruirán las bacterias ni los virus».
Y ahora, ¿cómo lavar las toallas para que queden suaves y esponjosas? Toma nota:
1. Lava solo las toallas en la lavadora. Es decir, no las mezcles con otras prendas.
2. Utiliza la mitad de detergente del que deberías: a mayor cantidad, se vuelven menos esponjosas.
3. Agua caliente, a no ser que la etiqueta aconseje lo contrario.
4. Suavizantes: no lo utilices en todos los lavados porque disminuye en su capacidad de absorción. Sin embargo, sí las ayuda a ser más suaves y esponjosas durante más tiempo. Por ello, debes alternarlo.
5. Desinféctalas: las toallas se llenan de gérmenes. Para eliminarlos de verdad, no basta con solo lavarlas. Si tu detergente no tiene oxígeno activo, añade amoníaco perfumado, lejía o vinagre de limpieza en el cajetín del detergente de la lavadora.
Por último, pero no menos importante, es el secado. Las toallas tienden a acumular la humedad. De ahí que generen olores con mucha facilidad: porque proliferan bacterias y moho. Lo mejor, por tanto, es secarlas en la secadora o al aire libre.
Recuerda también que, al sacarlas de la lavadora, debes sacudirlas para que fibras se expandan y recuperen su flexibilidad, evitando que queden apelmazadas.