El humorista Chris Rock siempre ha tenido dificultades para interpretar el lenguaje corporal de otras personas, pero hasta hace relativamente poco le restaba importancia a sus 'errores' asegurando que eran muy útiles a la hora de escribir bromas o encontrar inspiración para sus monólogos.
Sin embargo, recientemente uno de sus amigos le comentó que su comportamiento en ciertas situaciones sociales, que a menudo resulta inadecuado, encajaba con el de las personas con síndrome de Asperger.
Tras someterse a una serie de pruebas a principios de este año, que duró más de nueve horas, el cómico de 55 años recibió por fin un diagnóstico: padece un trastorno de aprendizaje no verbal que, en su caso, afecta especialmente a sus relaciones interpersonales porque no ve 'más allá de las palabras'.
Desde entonces ha estado trabajando con dos terapeutas siete horas a la semana para entender lo que él define como sus 'limitaciones' y aprender a analizar las conversaciones que mantiene más allá de su significado literal'.
Estas sesiones también le han ayudado a lidiar con traumas de la infancia que creía que había resuelto.
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'Antes daba por sentado que ya había superado todo eso, pero lo cierto es que nunca lo hice', ha afirmado acerca de esa etapa de su vida, sobre la que no quiere entrar a dar detalles más allá de que llegó a recibir incluso amenazas de muerte.
'La pura realidad es que seguía experimentando cada día el miedo y el dolor que me había causado todo eso'.
El trastorno del aprendizaje no verbal (TANV) —conocido también como trastorno procedimental— afecta al neurodesarrollo y, más concretamente, a las funciones dependientes del hemisferio cerebral derecho.
A consecuencia de esto, las personas que lo padecen sufren una marcada diferencia entre el cociente intelectual verbal y el cociente intelectual manipulativo.
El trastorno del aprendizaje no verbal destaca por una disfunción específica en las habilidades motrices, de coordinación, visuoespaciales o visuoconstructivas. Además, los afectados tienen dificultades en las relaciones sociales.
No prestan atención a las reacciones de otras personas y esto, en muchas ocasiones, se suele confundir con falta de empatía.
