Los Ángeles, Estados Unidos.
Por mucho que haya aumentado el número de modelos de talla grande, los estrictos cánones de belleza femeninos aún siguen muy presentes. Y ni siquiera las estrellas de la pasarelas escapan a esa dictadura.
Irina Shayk, que hace casi dos años recuperó su antigua silueta en cuestión de semanas tras dar a luz a su primera hija con el actor Bradley Cooper, ha recibido comentarios malintencionados acerca de su peso. “Me encanta comer y no creo en las dietas. Tengo mucha suerte con mis genes. Nunca he tenido problemas a la hora de ponerme muy gorda o muy delgada. Jamás he entrado en una talla de muestra y cuando han intentado meterme en una, me ha tocado decir: ‘Lo siento, chicos, pero tengo mis atributos y no voy a poder ponerme esto’. Me parece que los diseñadores con los que trabajo aprecian y celebran la figura femenina.
Yo tengo un cuerpo curvilíneo y las personas que quieren incluirme en sus desfiles o en sus campañas saben que no soy una chica delgada”, confesó la rusa a la revista Glamour.
Su actitud ante cualquier sugerencia de que debía perder unos cuantos kilos siempre ha sido la de negarse: “Ha habido agencias que me han dicho que debía pesar menos.
Pero decidí defenderme a mí misma, mi personalidad y mis deciciones. Soy humana, además de modelo. Quiero poder comer y disfrutar de la vida y, cuando no estoy trabajando, no llevo tacones ni me maquillo y no intento entrar en una talla cero”, concluyó.
Por mucho que haya aumentado el número de modelos de talla grande, los estrictos cánones de belleza femeninos aún siguen muy presentes. Y ni siquiera las estrellas de la pasarelas escapan a esa dictadura.
Irina Shayk, que hace casi dos años recuperó su antigua silueta en cuestión de semanas tras dar a luz a su primera hija con el actor Bradley Cooper, ha recibido comentarios malintencionados acerca de su peso. “Me encanta comer y no creo en las dietas. Tengo mucha suerte con mis genes. Nunca he tenido problemas a la hora de ponerme muy gorda o muy delgada. Jamás he entrado en una talla de muestra y cuando han intentado meterme en una, me ha tocado decir: ‘Lo siento, chicos, pero tengo mis atributos y no voy a poder ponerme esto’. Me parece que los diseñadores con los que trabajo aprecian y celebran la figura femenina.
Yo tengo un cuerpo curvilíneo y las personas que quieren incluirme en sus desfiles o en sus campañas saben que no soy una chica delgada”, confesó la rusa a la revista Glamour.
Su actitud ante cualquier sugerencia de que debía perder unos cuantos kilos siempre ha sido la de negarse: “Ha habido agencias que me han dicho que debía pesar menos.
Pero decidí defenderme a mí misma, mi personalidad y mis deciciones. Soy humana, además de modelo. Quiero poder comer y disfrutar de la vida y, cuando no estoy trabajando, no llevo tacones ni me maquillo y no intento entrar en una talla cero”, concluyó.