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Hay que dejar que los supervisores de la banca hagan su trabajo

  • 18 febrero 2019 /

Hay que dar a los supervisores un mandato inequívoco y dotarlos de los recursos adecuados y sólidas estructuras de gobierno. Después rendir cuentas de su desempeño.

Tegucigalpa, Honduras.

Sector bancario sano, economía sana, nos dicen. Los bancos son una pieza esencial de la vida económica -tanto para los consumidores particulares como para la economía en general-, y la solidez y la estabilidad del sistema bancario son cuestiones de interés público.

Forma parte de la labor de los supervisores identificar los posibles puntos débiles del sistema y adoptar sin demora medidas correctivas, de acuerdo con un estudio elaborado por los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Tobías Adrián y Aditya Narain.

Para hacerlo deben gozar de libertad y flexibilidad. Esa lección caló hondo en el mundo durante la crisis financiera mundial .

La independencia operativa impide que los supervisores puedan ser “cazados”, ya sea por los sectores que monitorean, ya sea por agentes políticos que persiguen sus propios intereses; sin embargo, un número excesivo de autoridades económicas no se atuvieron a las normas durante el período previo a la crisis.

A partir de la crisis, la independencia operativa pasó a ser una prioridad máxima. Por ejemplo, en su informe de 2010 sobre el refuerzo de la supervisión, el Consejo de Estabilidad Financiera señalaba que la independencia operativa de los organismos de supervisión es “indispensable para garantizar la eficacia de la supervisión”.

Dicho informe subrayaba la importancia particular de la independencia a medida que los mandatos de los organismos de supervisión iban ampliándose para incluir la potestad de adoptar medidas anticíclicas (y tal vez impopulares), como por ejemplo imponer normas de evaluación de créditos más conservadoras durante los períodos de auge, o aumentar los requerimientos de capital.

Importancia mundial

La firme supervisión de las instituciones financieras de importancia sistémica resulta particularmente difícil debido al tamaño, complejidad e influencia de las mismas. Sin embargo, de ella depende la estabilidad financiera mundial. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea lo confirmó al otorgar mayor importancia a este tema en la revisión de 2012 de sus Principios Básicos para una supervisión bancaria eficaz.

Actualmente, las normas exigen la independencia operativa de los organismos supervisores, transparencia en los procedimientos, un buen gobierno, protección jurídica y sólidos procedimientos presupuestarios. Cabe señalar que las normas también requieren la existencia de leyes que estipulen las responsabilidades y objetivos de los organismos de supervisión, además de obligar a publicar dichos objetivos y a que las autoridades de supervisión rindan cuentas a través de un marco transparente.

En resumen: Primero hay que dar a los supervisores un mandato inequívoco y dotarlos de los recursos adecuados y sólidas estructuras de gobierno; después, deberán rendir cuentas del desempeño de su misión. Aun así, el FMI y el Banco Mundial han observado que los avances en materia de independencia y recursos eran los más flojos de los 29 Principios Básicos de Basilea, a tal punto que ningún país cumple del todo con los requerimientos.

Lamentablemente, en los años posteriores a la revisión de los Principios Básicos, su cumplimiento no ha mejorado. Las principales carencias siguen siendo la débil gobernanza y la falta de idoneidad de los recursos humanos y presupuestarios, que abren la puerta a influencias y presiones externas. Esto sucede independientemente de que la función de supervisión esté dentro o fuera del banco central. Todos los países -no solo las economías de mercados emergentes, donde la capacidad institucional puede estar todavía en desarrollo, sino también las economías avanzadas- están expuestos a esta clase de problemas.