Ciudad de México, México.
'Esto es lo más cercano que hay al estadio', comenta un aficionado animado mientras compra unas palomitas.
Tal vez es posible, una megapantalla Imax recibió ayer la transmisión del partido México vs. Camerún al que varios tapatíos, al menos la mitad en cada una de las dos salas que abrieron su espacio para el Mundial de 2014 en Cinépolis La Gran Plaza.
'Están aprobando la Ley de Telecomunicaciones en este momento y yo como pen... viendo el partido', añade antes de regresar su butaca, es el medio tiempo y México aún empata 0-0, pero ya le han anulado dos goles.
La audiencia comienza tímida, la transmisión no es en HD, pero el tamaño impresiona y permite ver la lluvia sobre los rostros jugadores. La oscuridad del cine invita más a la solemnidad del espectáculo, pero conforme avanza el tiempo la gente se va soltando, comienzan a soltar gritos de emoción, cantan las jugadas y se escuchan los primeros improperios y acusaciones contra el árbitro.
Una mesa cerca de la pantalla vende cerveza a 59 pesos la doble, pero al menos en el primer tiempo es poco el consumo, quizás es temprano. Para la segunda parte algunos se animan y cambian sus nachos por el fermento de la cebada.
El gol de Oribe Peralta cambia los ánimos, aumentan las risas y las bromas. El público es diverso, hay desde estudiantes que evidentemente se saltaron las clases, trabajadores que se dieron un 'tiempito' o comerciantes y autoempleados que de plano hacen una pausa en su vida para gozar de la fiesta futbolera.
'Muy bien ver el partido aquí (en el cine), mejor que en casa. Uno se contagia de la emoción de todos. Me dedico a la mercadotecnia y a la publicidad, pero me tome un par de días para ver el Mundial y el partido', explica José Valdez, quien acudió al complejo con su esposa.
Al final la euforia por el triunfo se esparció hasta en los pasillos del centro comercial, jóvenes con caras de alegría se tomaban fotos, brincaban y cantaban el 'Cielito Lindo', mientras una batucada a lo lejos le daba banda sonora a la experiencia.
