El inicio de esta gran historia cuenta que el volante Maynor Suazo llegó emocionado a los entrenamientos de una Sub-20 que dirigía Rubén Guifarro y le presentó a un joven -que era su primo- la “maglia” rossoblú del Cagliari, su segundo pero más grande amor.
Suazo cuenta con honestidad que estuvo a punto de regresarse, pero fueron los buenos consejos de su hermano Nicolás que lo hicieron no moverse sin antes conquistar a los sardos.
Así fue, pasaron ocho años de maravillosos momentos y no tan buenos (como un descenso) para que este catracho diera a conocer que en Honduras había “petróleo” futbolero.
Después de Suazo, le siguieron Edgard Álvarez, Rambo de León y el mismo Carlos Pavón con las puertas de par en par del fútbol italiano, adonde nunca hubo uno antes que el Rey.
Con el récord roto del mítico Gigi Riva, la salvación del descenso en su bolsa y múltiples de tentadoras ofertas de los clubes más grandes de Europa, David Suazo comenzaba a darse el lujo de descartar clubes como el Manchester United, Juventus y algunos otros más.
Incluso, la agencia The Associated Press lanzó la noticia de una oferta que hizo el Real Madrid, que el presidente sardo, Massimo Cellino, elevó hasta 40 millones de euros, con la intención de no venderlo en el invierno de 2006.
Fue hasta el verano de 2007 cuando el Inter de Milán lo contactó y en medio de la lucha contra su vecino odiado, el AC Milan, Suazo se decidió por los nerazzurros, adonde ganó una liga, una copa y una Supercopa sin el suceso que todos creyeron.
Después de su paso por el Inter, clubes como Benfica, Génova y Catania trataron de recuperar aquel artillero con vena goleadora y que después de su gran trayectoria tuvo su mejor premio y fue participar en el Mundial de Sudáfrica 2010, al cual asegura que fue lesionado, pero que dijo que un “mundial se jugaba hasta con una pierna”.
Es difícil decir si David Suazo es el más grande de la historia, pero sin duda guarda un lugar privilegiado en la historia del balompié catracho.