Los momentos que definen nuestra vida

No siempre tenemos que esperar a que la vida simplemente suceda. Podemos crear momentos memorables a voluntad

  • 17 nov 2017

“¡Olvidamos a Joshie en el hotel! -se dijeron con pánico Chris Hurn y su esposa al regreso de unas vacaciones en Florida- ¡Sin Joshie, el niño no podrá dormir jamás! Y ahora, ¿qué hacemos?”.

Joshie, una jirafa-cobija de peluche, no sólo era el juguete preferido de su hijo de cinco años, sino que se trataba de una especie de fetiche, al que abrazaba todas las noches para dormir. Cualquier papá o mamá con un niño pequeño comprende la relación estrecha que los chiquitos tienen con su juguete favorito. Perderlo es toda una tragedia.

Cuando esa noche llegó la hora de acostarse, el pequeño preguntó por la jirafa, Chris, como todos los papás hemos tenido que hacer en algún momento de la vida, tuvo que inventar que Joshie quería quedarse unos días más de vacaciones pero que pronto regresaría.

El niño estaba inconsolable, pero se durmió convencido de que así sería. Mientras, Chris llamó apurado al Ritz Carlton para pedir que buscaran a Joshie en la habitación. “Ya la encontramos señor, estaba en la lavandería enredada entre las sábanas”, le respondieron los encargados de seguridad a los pocos minutos. Chris sintió un alivio enorme y les pidió que por favor le tomaran una foto a la jirafa para reafirmar la mentira ante su hijo.

A los dos días llegó a su casa una caja no sólo con Joshie, sino con una credencial con su fotografía como embajadora del hotel y una carpeta completa llena de imágenes de Joshie disfrutando todo tipo de actividades recreativas: Joshie en un camastro con lentes oscuros, en el spa con pepinos en los ojos, en un carrito de golf, en el bar, haciéndose amiga del perico y demás. ¡Fue algo mágico!

Fue tan impactante la respuesta del hotel, que todos en la familia la recordarán para siempre. Los Hurn, en agradecimiento, se encargaron de viralizarla en la red.

Picos y valles. Todos vivimos momentos memorables que surgen de manera espontánea, como el día en que conociste a la persona con la que te casarías o el día en que la maestra te felicitó en frente de todo el salón, el día en que inauguraste tu negocio, o bien, el día en que perdiste a un ser querido.

Todas estas son experiencias que abren tu conciencia de forma inigualable y se basan en acciones o circunstancias que no podemos controlar. Sin embargo, no siempre tenemos que esperar a que la vida simplemente suceda. Podemos crear momentos memorables a voluntad. ¿Para qué? Para mejorar las relaciones en el trabajo, abonar al baúl de los recuerdos familiares o como maestros para grabar algún aprendizaje en la mente de nuestros alumnos.

¿Cómo hacerlo? Primero veamos qué hace que nuestro cerebro guarde o elimine experiencias. Las investigaciones en psicología nos dicen que el pegamento que hace recordar una experiencia es la emoción; sin ella, la mente la ignora.

Imagina que dibujas una serie de ondas verticales en un papel. Las experiencias memorables suelen surgir de los picos superiores causados por las emociones positivas (como el ejemplo de Joshie). Los picos inferiores, momentos de dolor, traumáticos, de desamor, los recordamos por generarnos emociones negativas. La mente manda al archivo del olvido todo lo que se encuentra en medio.

Una boda se vuelve memorable cuando está llena de detalles, cuando la ceremonia es emotiva o nos emocionamos en el momento en que el papá entrega a la novia o baila con ella. Como por lo general evitamos y no deseamos generar momentos tristes, en la siguiente columna compartiré cuáles son los cuatro elementos que hacen que recordemos una experiencia para siempre.