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Cabo de Hornos, la última frontera

  • 20 mayo 2016 /

El espíritu explorador de los turistas goza al navegar por estas aguas.

Cabo de Hornos, Chile

Las aguas que abrazan Cabo de Hornos son, quizá, el paso marítimo más peligroso del planeta, lo que también lo hace el más deseado.

Esto porque justo ahí se reúnen impetuosamente los océanos Atlántico y Pacífico, aunado a otros intensos fenómenos atmosféricos que generalmente impiden desembarcar en el denominado Fin del Mundo, en el último recoveco de la Patagonia.

Por su latitud, el cabo se distingue por su clima frío; las temperaturas más altas no rebasan los 14 grados centígrados en verano (enero y febrero) y disminuyen hasta los menos dos en invierno (julio y agosto).

Foto: La Prensa

El faro. en este lugar solo vive una familia de cuatro integrantes. Ellos son chilenos y fueron seleccionados de entre 400 familias capacitadas para manejar el faro, que sirve como guía a los navíos.

Inolvidable

Para que un navío pueda desembarcar es necesario que su piloto y la mayoría de su tripulación sean de origen chileno, además de contar con una serie de costosos permisos.

Aunque es difícil tocar la misma tierra firme que conquistaron en su momento exploradores como Francis Drake, Robert Fitz Roy y Fernando de Magallanes, la experiencia de navegar en las aguas de Tierra del Fuego y el límite del paso Drake es única e inolvidable.

“A veces es más dichoso ver el cabo desde una distancia considerable que desembarcar”, explica Patricio, uno de los guías del crucero Stella Australis.

Tomando en cuenta que la vida es efímera ante las inclemencias del tiempo austral, muchas veces basta con asomarse por la popa del barco y dejar que la naturaleza haga el resto del trabajo.

El frío que entumece el cuerpo, el viento que sacude al navío y hace efecto en el estómago, la brisa de las olas que humedece la ropa y el silencio que cala hasta las entrañas, así es el Fin del Mundo, un lugar en donde, por un momento, uno puede sentirse libre, vulnerable y dichoso de estar vivo.

Ahora emerge como polo de atracción de un turismo científico con inquietud por descubrir la biodiversidad de este rincón.