Orangestad.
Aruba, la isla “feliz”, no solo ofrece a sus visitantes playas de arena blanca y centros comerciales exclusivos, sino que también una riqueza natural vinculada a la historia de sus primeros pobladores que abre una puerta al pasado para quienes la visitan.
Al adentrarse hacia el norte del monte Hooiberg se encuentran las monumentales formaciones de Rocas de Casibari, lugar en el que se puede apreciar la magnitud del paisaje de la capital de la isla caribeña, Oranjestad, pero también las montañas y planicies circundantes bordeadas por cactus.
En el lugar, de acceso libre, se aprecian rocas gigantescas a las que se puede escalar por trochas que simulan un camino hacia las alturas, y en las que algunos visitantes tienen que doblar su cuerpo para pasar por atajos que los llevarán a la cumbre donde usualmente se toman una selfi panorámica.
Atracciones y sostenibilidad
Otro de los parajes más populares es el del Puente Natural, una formación geológica de piedra caliza coralina que se derrumbó en 2005. Ahora solo quedan los restos de uno de los paisajes más memorables. Cerca de allí sobresalen en las planicies las Ruinas de las Minas de Oro de Bushiribana, donde es común ver a los visitantes pasear a caballo y recorrer a pie su arquitectura colonial, que data de los años 1400 y 1500.
Otro enclave histórico que ofrece Aruba a los visitantes es el Faro California, una estructura situada al noroeste de la isla construida en 1910. En Oranjestad hay sitios de interés como el Parlamento de Aruba, la casa del Gobernador, la estatua de la reina Wihelmina y el Aeropuerto Internacional Reina Beatrix.
Aruba, un territorio autónomo del Reino de los Países Bajos, está ubicado en el mar Caribe a 25 kilómetros de Venezuela, es visitado por 2.6 millones de personas al año y el turismo corresponde al 86% de su economía.
Aruba, la isla “feliz”, no solo ofrece a sus visitantes playas de arena blanca y centros comerciales exclusivos, sino que también una riqueza natural vinculada a la historia de sus primeros pobladores que abre una puerta al pasado para quienes la visitan.
Al adentrarse hacia el norte del monte Hooiberg se encuentran las monumentales formaciones de Rocas de Casibari, lugar en el que se puede apreciar la magnitud del paisaje de la capital de la isla caribeña, Oranjestad, pero también las montañas y planicies circundantes bordeadas por cactus.
En el lugar, de acceso libre, se aprecian rocas gigantescas a las que se puede escalar por trochas que simulan un camino hacia las alturas, y en las que algunos visitantes tienen que doblar su cuerpo para pasar por atajos que los llevarán a la cumbre donde usualmente se toman una selfi panorámica.
Atracciones y sostenibilidad
Otro de los parajes más populares es el del Puente Natural, una formación geológica de piedra caliza coralina que se derrumbó en 2005. Ahora solo quedan los restos de uno de los paisajes más memorables. Cerca de allí sobresalen en las planicies las Ruinas de las Minas de Oro de Bushiribana, donde es común ver a los visitantes pasear a caballo y recorrer a pie su arquitectura colonial, que data de los años 1400 y 1500.
Otro enclave histórico que ofrece Aruba a los visitantes es el Faro California, una estructura situada al noroeste de la isla construida en 1910. En Oranjestad hay sitios de interés como el Parlamento de Aruba, la casa del Gobernador, la estatua de la reina Wihelmina y el Aeropuerto Internacional Reina Beatrix.
Aruba, un territorio autónomo del Reino de los Países Bajos, está ubicado en el mar Caribe a 25 kilómetros de Venezuela, es visitado por 2.6 millones de personas al año y el turismo corresponde al 86% de su economía.
