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Banco Atlántida, 100 años de servicio y dedicación a Honduras

  • 29 abril 2013 /

Discurso del presidente ejecutivo de Banco Atlántida, Guillermo Bueso.

En cien años de su existencia, el Banco Atlántida ha acompañado, con gran fidelidad y dedicación absoluta, el desarrollo de Honduras. No hemos sido simples testigos, ni gozosos espectadores. Sino que activos participantes que codo a codo con su liderazgo público y privado, hemos impulsado y creado los cambios estructurales que han hecho posible lo que ahora podemos apreciar con orgullo y satisfacción.

Los empresarios, extranjeros y hondureños, los políticos y los funcionarios públicos, nacionales y regionales, realizaron esfuerzos para acercar a nuestro país a las exigencias y peticiones audibles de los mercados internacionales. La industria bananera fue la que, --ingresando a nuestra tierra en lucha contra la selva, el pantano y el barba amarilla--, colocó a Honduras en el mercado mundial por primera vez en categoría de protagonista destacado. Fue la primera prueba, fuera de toda duda, en toda la historia, que nuestro país podía y debía tener un futuro exitoso. Ocupar el primer lugar como exportador de banano en el mundo fue una ratificación que los hondureños teníamos y seguimos teniendo, capacidades para abrirnos paso en la comunidad mundial de productores de riqueza, fomento y sostenimiento del empleo.
Por ello el desarrollo de la Costa Norte sentó las bases para la ampliación horizontal del progreso nacional. El éxito de La Ceiba, el movimiento económico de Tela y el dinamismo industrial de San Pedro Sula, facilitaron polos de desarrollo que transformaron a nuestro país en la única nación de Centroamérica con presencia en el Caribe al giro del siglo pasado, lo que facilitó el nacimiento de las estructuras que hoy tenemos y que, plenamente integradas nos definen y nos señalan como una nación llamada al progreso, a lograr mejores resultados.

Estos cien años nos han dotado de un corredor de desarrollo, teniendo como centro la capital política del país, enlazado con el Pacífico, lo que nos da resultados en el sur, en la actividad de Choluteca, San Marcos de Colón, San Lorenzo, Nacaome y Goascorán.

En el Banco Atlántida nos sentimos parte de este esfuerzo y copartícipes de estos resultados. Gracias a esta feliz concordancia, hemos hecho importantes aportes para hacer posible tal desarrollo, y lo continuaremos haciendo. Creamos y ofrecemos servicios para facilitar las operaciones comerciales, animamos los procesos imaginativos de los empresarios por crear riqueza desde el ahorro que facilitaron los excedentes de sus operaciones; facilitamos la unidad de la moneda para aclarar las transacciones económicas, en antaño los billetes para la movilización de la riqueza, incluso, ayudamos a modificar el lenguaje monetario, pasando de los reales, el daime, el búfalo y la quara, a los centavos y al lempira.
También contribuimos aumentar en la confianza en el ahorro en tiempos de inestabilidad política; y la oportunidad del intercambio entre los ahorrantes por la presencia de agencias bancarias locales que extendimos por todo el país, acercando a los ahorrantes al Banco y este sirviéndole a los empresarios, pequeños y grandes, en sus proyectos. Pero como ocurre casi siempre, en la medida en que el Banco Atlántida aportaba sus conocimientos, fue transformándose y creciendo.

Igual que el país incomunicado que integró las operaciones internas, facilitando el surgimiento de iniciativas generadoras de riqueza y empleo cada día más amplias, el Banco Atlántida también creció hasta convertirse hoy por hoy, en la más grande y confiable institución bancaria del país. Estamos en muchas de las acciones –privadas y públicas-- en donde se forja la riqueza y se crea empleo.

Muchas de esas acciones, incluso se encuentran representadas aquí, mostrando hoy día la forma en que el Banco continúa facultando esta integración.

Pero además, hemos aprendido como el mundo a nuestro alrededor está creciendo y cambiando, modificándose, incluso como se forja la riqueza y como circula de unas manos a otras, de un país a otro.

Estamos conscientes que en la forja de riqueza, ocupa lugar importante el ahorro que deja el trabajo y que se acumula en las entidades que protegen las jubilaciones. El fenómeno es tan interesante que los trabajadores entienden el valor del capitalismo –a conciencia de que el manejo empresarial de sus pensiones futuras–, es lo que garantiza la tranquilidad de sus retiros y el gozo de sus descansos después de una vida dedicada al trabajo.

Pero, pidiendo disculpas por la falta a la humildad que debe caracterizar los éxitos, como me lo señala uno de los maestros que conservo a la fecha, y pasándome la marca del respeto de la ciudadanía y sus autoridades, es necesario entender que el país debe retomar el impulso que nos ha llevado hasta donde nos encontramos hoy. Hay que escuchar, con más atención que antes y con mejores herramientas, las señales de los mercados internos y externos, para ordenar y hacer coincidir, conocimientos y habilidades, con apoyo financiero, para responder oportunamente con productos que los hondureños tenemos capacidad para ofrecer. Y desarrollar, desde la confianza en la capacidad de los hondureños y sus asesores, para resolver problemas y crear las estructuras que necesitamos, así como las nuevas visiones y perspectivas correspondientes.

Expresadas en nuevas metas y objetivos por lograr, con entusiasmo por todos los hondureños y por los que desde muchos países apuestan y colaboran con el nuestro, en el deseo de verlo crecer.

Para ello estamos urgidos de modificar nuestras visiones, eliminar algunas fórmulas teóricas engañosas, evitar la pérdida de tiempo, discutiendo cosas que han sido superadas en otras sociedades, en las relaciones entre las obligaciones normativas del gobierno y la libertad de los ciudadanos para lograr sus objetivos; transformar los sistemas educativos para consolidar y potenciar nuestra capacidad competitiva.

El país depende de la voluntad de sus habitantes, de la fuerza y habilidad para colocarla en dirección a la búsqueda de resultados materiales y de la inteligencia de su liderazgo. Y de la capacidad para que confiemos, todavía más que ahora, en nosotros mismos, siguiendo como ejemplo los resultados que obtienen los hondureños que emigran hacia el exterior, en donde ponen en evidencia la calidad de su desempeño, los principios y valores de la lealtad y el servicio.

Banco Atlántida continuará empeñando su voluntad para este propósito, al igual que su dedicación, su esfuerzo.

De repente, debemos volver la cara hacia los sistemas de educación, para medir la calidad de los mensajes y valorar a las entidades que crean fuerzas motivadoras; y a la revisión de la acción del gobierno central y municipal para dar confianza y seguridad a la inversión local y extranjera, cuyas exigencias y reclamos son más costosas, en la medida que hay climas de inestabilidad jurídica como los estamos pasando actualmente. Tenemos que entender que atraer capitales, no es el problema. El capital se mueve en condiciones de riesgo siempre, pero igualmente, siempre se mueve buscando su tranquilidad, su seguridad relativa, su mayor desempeño.

Esto resulta en el problema que los países recipientes, tienen que pagar más por esas inversiones, cuando efectivamente las logran, en la medida en que los climas de inseguridad son más visibles y efectivos. Reducir estos costos, dando más seguridad jurídica interna, contando con un liderazgo que de confianza a los inversionistas, rebajarían en mucho los costos de atraer y mantener inversión, suficiente y de calidad, para acompañar este esfuerzo para los próximos cien años.
En fin, debemos entender que formamos parte del mundo. Que en la medida en que el mundo se mueva y se transforme, nosotros –como sociedad, como instituciones públicas y como personas y grupos individuales– debemos ajustar nuestra actuación, nuestra actitud, y aumentar nuestros esfuerzos, evitando perder el tiempo en discusiones que hace tiempo han sido resueltas, para dedicarnos realmente a ordenar la claridad de los objetivos nacionales, perfeccionar los mecanismos de planificación de resultados; y colocar al servicio de la sociedad, todos los recursos que disponemos para lograr el éxito que nos tenemos merecido.

Distinguidos invitados:

Estamos en deuda con los fundadores, por supuesto; con los directivos que nos han antecedido. Por ello los honramos y mantenemos vivos sus recuerdos. Lo que hicieron es ejemplar. Pero también, tenemos contraídos obligados compromisos de gratitud, con instituciones del exterior que nos han brindado su confianza y su apoyo para nuestro crecimiento. Sin su cooperación, es difícil que hubiéramos logrado en el tiempo que lo hemos hecho, los resultados que nos llenan de orgullo.
Por ello, quiero en nombre de todos los funcionarios y accionistas del Banco Atlántida, agradecer la cooperación del gobierno de Honduras, que durante estos cien años pasados, no solo confió en nuestra habilidad para hacer políticas públicas que orientaron la economía nacional, sino que además, en alguna medida prestaron atención a nuestras sugerencias, ocasionalmente aplicando recomendaciones de los técnicos y directivos del Banco, mismas que facilitaron el crecimiento en el cual nos encontramos.

Debo expresar mi agradecimiento especialmente a los ahorrantes que, en el fondo, han sido nuestros socios, gracias a cuyas aportaciones hemos podido servir como los mejores. Este agradecimiento también va para los empresarios y comerciantes de Honduras, productores de riqueza, generadores de divisas y creadores de empleo. Con los riesgos que asumen, muestran su confianza en el futuro hondureño, su creencia en valores que compartimos, y concentran sus esfuerzos en un porvenir que sabemos que traerá mejor cosecha.
No puedo, en este apartado, dejar de expresar y agradecer a todos nuestros funcionarios, empleados y ejecutivos, por su constante dedicación, a las compañías nacionales e internacionales, asesoras y desarrolladoras de sistemas que nos han ayudado a transformar el servicio bancario, tal y como se ha hecho en el exterior. Sin su apoyo y cooperación no hubiera sido posible lograr lo que hoy nos llena de orgullo y satisfacción.

El país, nuestro país, puede crecer más. Lo que tenemos es que confiar más en nosotros mismos. Debemos continuar en este esfuerzo conjunto, este esfuerzo que muestra la imaginación creadora, la fuerza, la diligencia y la disciplina de los hondureños.
Muchas gracias.