Londres.
Nadie sabe tanto de moda como Kate Moss, así que si ella se pone un mono psicodélico y se echa al hombro la piel de algún animal ya extinguido, es porque resulta chic y muy elegante.
O quizás porque sabía que así desviaría la atención de su rostro de 'me-he-tomado-dos-copas-de-más' a la salida del bar. Lo uno o lo otro. Por cierto, que su apuesto acompañante es el celebérrimo fotógrafo Mario Testino.