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Diane Keaton se confiesa

  • 28 noviembre 2011 /

La actriz cuenta su amor por Woody Allen y su obsesión por su exnovio Al Pacino.

    Diane Keaton se ha forjado una imagen de mujer independiente a la que poco le importa la opinión de los demás. Y en sus memorias,

    “Ahora y siempre”, lo demuestra. Reconoce que sigue queriendo a Woody Allen, que persiguió a Al Pacino para que se casara con ella y que, para besos, los de Jack Nicholson.

    Una mujer que sufrió bulimia durante años, “ninguna de mis insensatas incursiones en el mundo de la belleza podía compararse con la fascinación que sobre mí ejercía la comida”, con una carrera irregular, madre adoptiva pasados los cincuenta, restauradora ocasional de casas y tantas cosas más.

    Mezclando sus recuerdos con los diarios de su madre Dorothy, fallecida en 2008 tras una dura lucha contra el alzheimer, la inolvidable protagonista de “Annie Hall” traza un sensible y realista autorretrato que demuestra su poco interés en pertenecer al mundo de las estrellas de Hollywood.

    Fragmentos de su vida

    A través del pensamiento de Dorothy Hall (Keaton, de soltera), se puede entender la complejidad de la personalidad de una actriz insegura y una mujer de armas tomar, que siempre se ha puesto elmundo pormontera y ha perseguido la felicidad.

    En “Ahora y siempre”, que la editorial Lumen publica en español, Keaton cuenta con sencillez retazos de su vida, de algunas de las películas que más la han marcado, de sus grandes amores y de su familia.

    Tras una primera parte centrada en su infancia, lo más interesante llega con el traslado de una joven Keaton de la soleada California a la impresionante Nueva York. “No recuerdo el momento en que subí al avión que me llevó a tres mil millas de casa cuando tenía diecinueve años”, asegura la actriz, que semuestra rotunda al afirmar: “Nueva York era mi destino”.

    Fue allí donde cambió su nombre. Al solicitar su carnet de actriz ya había una Diane Hall, así que decidió usar el apellido Keaton. “Dejar de ser yo me produjo cierta perplejidad”, reconoce.

    En ese momento comenzó una carrera que la llevó muy rápidamente a trabajar con Woody Allen, con quien coincidió en la obra teatral “Sueños de un seductor” (1968). “Durante los ensayos me enamoré del Allen del guión, pero también de Woody”. “Formábamos una pareja curiosa, a cual más reservado”, pero que se rompió en 1975, lo que no ha impedido a la actriz mantener una excelente relación con el director. Echo de menos a Woody. Se estremecería si supiera cuánto lo aprecio.

    Soy lo bastante lista para no sacar el tema. Sé que casi le repugnaría lo grotesco de mi afecto por él. ¿Qué le voy a hacer? Todavía lo quiero”. Quería boda con Al Y, aunque recuerda con cariño a Warren Beatty, “me atrapó desde el primer momento que lo vi.

    Levanté la cabeza y vi mi hombre ideal en persona”, dedica mucho más espacio a Al Pacino.

    Lo conoció en el rodaje de la primera parte de “El padrino” y se reencontraron años después para empezar una larga relación intermitente.

    “Estoy bastante segura de que para Al solo era una amiga con la que charlar. Por mucho que me gustara escucharlo, yo quería más, mucho más. Toneladas.

    Quería queme quisiera tanto como yo a él”. Algo que no consiguió. “Mientras rodábamos “El padrino III” en Roma, le di un ultimátum a Al: Cásate conmigo o al menos ten en cuenta la posibilidad. Pobre Al, nunca lo quiso”.