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'Cuesta entenderlo, pero no tengo sueños”: Dafoe

  • 15 abril 2012 /

El villano de la primera cinta de “Spiderman” busca proyectos que siempre sean diferentes e impactantes.

    En menos de un mes, Willem Dafoe estrenó en Estados Unidos nada menos que tres películas diferentes. Con alguien que ya filmó más de 80 cintas durante su carrera como el villano más famoso de Hollywood, también demuestra los diferentes estilos de cine que tanto le gustan.

    Empezando con la acción de John Carter (aunque no se le ve en pantalla porque es el gigante marciano verde), siguió protagonizando una historia de amor durante el fin del mundo en 4:44 last day on Earth para estrenar apenas dos semanas más tarde el thriller The hunter. Demostrando que la actuación va más allá de una producción de 250 millones de dólares (John Carter) o apenas un 10% de aquel millonario presupuesto (las otras dos cintas), solo Willem Dafoe se atreve se atreve a competir contra él mismo.

    -Después de haber hecho más de 80 películas, ¿lleva la cuenta exacta de sus actuaciones?

    No, no.

    -¿De verdad?

    No.


    -¿Cuándo dejó de contar?

    Nunca conté. Solamente tomo conciencia, cuando la gente me dice la cantidad de películas que hice. ¿Quién las cuenta realmente? Algunas son muy cortas, otras son muy largas. ¿Las largas cuentan dos puntos? (Risas.) A las que no son tan importantes ¿les quito puntos? Ya bastante me sorprende el solo hecho de haber hecho tantas películas. Pero también significa que me estoy poniendo viejo. Me siento como si tuviera 22 años, pero sé que no es así.

    -¿Todavía encuentra nuevos desafíos?

    Ah, sí, claro, porque todo cambia. Y cambian también las fuerzas, las debilidades; uno va aprendiendo, perdemos ciertos miedos. Todo cambia. Hasta los intereses son diferentes. No soy la misma persona que era cuando empezaba en el cine.


    -¿Cuál de todos los personajes de su carrera cree que se parece más a usted?

    No lo sé. Cambio tanto como mis personajes.

    -¿Los personajes de villanos son sus preferidos?

    La verdad no hago tantos villanos como la gente piensa. De verdad, no. Solo interpreto personajes marginales que son conflictivos o tienen ciertos problemas, pero muchos de ellos no funcionan realmente como villanos. Creo que es una impresión equivocada. Tiendo a interpretar más villanos en las superproducciones y muchos menos en otro estilo de películas menos trascendentes.

    -¿Cómo controla los cambios entre las superproducciones de Hollywood y las películas independientes? ¿Prefiere algún estilo en particular?

    Me gusta perderme entre los dos estilos porque no tengo ningún control total. Los cambios son naturales. Pero también me gustan los proyectos personales y por eso hago muchas más películas independientes, porque suelen tener mucha más pasión por la historia que cuentan. Es como una declaración personal, un punto de vista muy personal. Me suelen atraer mucho más las experiencias intensas en vez de formar parte en una máquina de entretenimiento que solo busca un producto para vender. Ahora, cuando encuentro una superproducción que ofrece esos elementos de pasión personal, no me siento para nada corrupto.


    -Más allá de los millones de dólares, desde el punto de vista actoral, ¿hay grandes diferencias entre el cine independiente de bajos presupuestos y las superproducciones como “Spiderman”?

    Todo depende del actor; es algo muy personal. Para mí, el trabajo sigue siendo el mismo. Supongo que la gran diferencia, la única tendencia, en las películas con mayor presupuesto es que al tener más dinero invertido también tienen una idea mucho más clara del efecto que buscan. Normalmente, no pueden arriesgarse demasiado y anticipan cómo puede reaccionar el público. Tampoco me quejo; es solo un punto de vista. No me parece mal, pero tienen que asegurarse más de los resultados, experimentan mucho menos. Y a veces es divertido trabajar así. Es como tirar al blanco. Tu forma de encontrar ese blanco puede ser bastante personal. Es interesante, no es para nada malo. Pero tiendo a inclinarme por la aventura de buscar un proyecto que proponga una promesa interesante, tratando de encontrar cuál es. Pero decirle algo así a alguien que tiene que invertir tanto dinero puede curvarle la punta de los pies. Con las películas pequeñas, si hay buen material para trabajar, se puede lograr algo realmente hermoso sin ninguna guía determinada.

    En la ciudad de Appleton, estado de Wisconsin, nació con el nombre real de William J. Dafoe. Su madre Muriel Sprissler era enfermera. Y el padre, el doctor William Alfred Dafoe, era cirujano. Siendo el sexto de siete hijos, él mismo cuenta que sus hermanas lo criaron porque los padres trabajaban demasiado “y no los veía mucho”. En la escuela secundaria lo apodaron Willem. Buscando un mejor “escenario”, se mudó a Nueva York en 1976, donde formó su segundo grupo de teatro, Wooster Group. Y con la directora Elizabeth LeCompte tuvieron un hijo, Jack, en 1982.

    El cine llegó en 1981 con la película Heaven’s gate, aunque cortaron su parte durante la edición. Los primeros personajes de villano aparecieron con las películas To live and die in LA y The loveless y las nominaciones al Óscar las obtuvo gracias a la compasión del sargento Elías en la famosa película Platoon de Oliver Stone y la película de terror Shadow of the vampire. Pudo destacarse en otra película de superhéroes, como el villano Green Goblin de Spiderman. Gracias al cine y la película Before it had a name, Willem también conoció a su actual esposa, la actriz y directora italiana Giada Colagrande.

    -¿Cuál es su mayor debilidad?

    (Risas.) ¿Crees que te lo voy a decir?

    -Debería...

    Mi mayor debilidad probablemente sea mi punto más fuerte porque me encanta la gente que es lo suficientemente apasionada para seducirme a involucrarme en un proyecto riesgoso. Y cuando funciona, termina siendo mi punto fuerte. Esa es la buena noticia. Tampoco quiero usar la palabra riesgo porque también tiene cierta connotación noble. Pero no siempre sale bien porque cuando se utiliza el corazón y la intuición hay más probabilidades de errar el tiro. Pero cuando el resultado es bueno, la experiencia resulta mucho mejor que una experiencia programada y calculada.

    -¿Lo ayudó haber sido nominado al Óscar en dos oportunidades?

    Pienso que el Óscar ayuda. Pero todo depende. Para mí, cada nominación fue diferente. La primera vez fue realmente importante porque le dio visibilidad a mi película. Fue la primera vez que una de mis películas se distribuyó en todo el mundo. Eso fue importante. Y la segunda vez, Shadow of the vampire no se vio mucho en el resto del mundo, pero fue una interpretación muy particular. ¿Quién sabe? El óscar es una credencial de respeto, pero también es una credencial de reflexión, de saber que estás parado en esta industria. Muchas veces, las nominaciones están coloreadas por cierta clase de sentimiento de aprecio por algún actor y no siempre están conectadas a un trabajo específico. Y me parece bien. Nadie realmente cree cuando la gente dice “el mejor actor del año es...”. Ni siquiera lo pueden decir. Por eso dicen “el Óscar es para...”. Nadie cree que sea para el mejor actor del año. También creo que hay muchos otros premios que no tienen credibilidad porque los que votan son fantasmas. Como pasa con el premio de Sindicato de Actores. Soy actor y ni siquiera voto, aunque estoy en el sindicato. Es un voto que pasa misteriosamente por cada quinto miembro o algo parecido. ¿Cómo se mide? Se supone que los actores votan por sus compañeros y no es cierto. Hay ciertas limitaciones.

    -¿Y por el Óscar vota? ¿Es miembro de la Academia?

    Sí, ahí voto.

    -¿Votaría por usted mismo?

    ¿Si lo haría? ¡Lo hice! (Risas.) Se supone que no podemos decir por quién votamos, pero me parece justo votar por mí (le cuesta parar de reírse).

    Es increíble que, en menos de cuatro semanas, en Estados Unidos se lo pueda ver en diferentes cines como el primer marciano que conoce John Carter o un mercenario enviado por una misteriosa compañía europea a cazar el último tigre de

    Tasmania en The hunter, además de un simple hombre enamorado que sabe que el mundo se termina a la hora 4.44 en 4.44 the last day on Earth. Tres estilos de cine distintos. Tres versiones diferentes de Willem Dafoe, con tres opciones para el Óscar que todavía no ganó.

    -¿Ganar el Óscar es como un sueño que todavía le falta cumplir?

    No, no sueño con ganarlo. Claro que sería bueno ganarlo, pero no es ningún sueño para mí.

    -¿Cuáles son sus sueños entonces?

    A la gente le cuesta entenderlo, pero no tengo sueños. Nunca los tuve.

    -¿Prefiere vivir en el presente?

    Me encantaría, es una buena idea. Al menos lo intento.

    -¿Cómo?

    Trato de no apurarme, por ejemplo. Tomo mi tiempo y dejo que las cosas vayan adonde tienen que ir. Voy adonde me lleva el viento, en vez de ir en contra. A lo mejor, esa es mi ambición.

    -¿Diría que mantiene la misma ambición de siempre, a pesar del paso del tiempo?

    No. La verdad estoy pasando por una especie de crisis. Debería dejar de hablar del tema. Todavía me interesa la actuación, pero a lo mejor no le intereso tanto a la gente. Por ahí pasa mi crisis; mejor cambiemos de tema.

    -¿Por lo menos podría contarnos cómo se decidió por la actuación... sin sueños?

    Al principio, la actuación surgió como algo social. Vengo de una familia grande y siempre tuve problemas para conseguir la atención que buscaba. Hablaba muy despacio, todos hablaban más rápido, nadie seguía mis tiempos.

    Después pasé a ser una de esas personas que descubrían la estrategia de ser el comediante del grupo o el que imitaba a los demás. Así fue que empezó todo. Y a medida que crecía me di cuenta de que la actuación también era algo bueno para las mujeres.

    -¿Funcionó con usted?

    Digámoslo así: no puedo decir que no funciona.

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