16/04/2024
08:30 PM

'Nunca me gustaron mis películas”: Woody Allen

  • 05 agosto 2012 /

El viernes estrena “A Roma con amor”.

    Desde que las películas de Woody Allen terminaron recorriendo el mundo entero, el mismísimo Woody es el que ahora quiere recorrer el mundo con el cine. Habiéndose hecho famoso por exportar el estilo de vida de Nueva York, ahora se empecinó en importar a Hollywood, el resto del mundo.

    Ya había filmado cuatro películas en Inglaterra (Match Point, Scoop, Cassandra’s Dream y You Will Meet a Tall Dark Stranger) antes de viajar con sus cámaras a España (Vicky Cristina Barcelona) y Francia (Medianoche en Paris). Y ahora le llegó el turno a Italia, con la nueva película A roma con amor.


    -En un tiempo solía decir que nunca saldría de Nueva York para filmar una película y de pronto empezamos a verlo por diferentes partes del mundo

    ¿Cómo fue que decidió salir de Estados Unidos con su estilo tan particular de cine?

    - Fue una decisión estrictamente financiera. Match Point ni siquiera era divertida, pero me ofrecieron los dólares para hacerla en Inglaterra y por eso estuve feliz de hacerla en Londres.

    Después, empezaron a llamarme de otros países. Querían que hiciera una película en Barcelona y lo mismo pasó con París y Roma. La experiencia es interesante, porque el cambio de lugares también ayuda. Debo haber hecho 40 películas en Nueva York y la necesidad de adaptarme a estos nuevos lugares exóticos, le da cierta frescura a mis películas. También tengo suerte porque las películas que hago fuera de Estados Unidos funcionan muy bien en las recaudaciones y el hecho de haber salido de Nueva York debe ser uno de los factores.


    - ¿El idioma no presenta ninguna barrera? ¿Aquellas veces que dirigió a Penélope Cruz en español o italiano, entendía lo que ella decía o simplemente dejaba que dijera lo que quisiera, en su propio idioma?

    - Tengo mucha fe en los actores y cuando improvisan, suenan mucho mejor de que lo puedo escribir yo en mi dormitorio, completamente solo, en Nueva York. Cuando los actores improvisan le dan más vida. En Vicky Cristina Barcelona, Javier (Bardem) y Penélope Cruz improvisaban en español, cuando querían. Pero yo no hablo una sola palabra en español. Y al día de hoy, hay escenas de la película donde no tengo la menor idea de lo que decían. Nunca lo supe. Pero igual me doy cuenta que tiene sentido, por el lenguaje del cuerpo y las emociones que transmiten. Nunca necesité saber lo que decían, simplemente asumí que ellos sabían, porque son profesionales.


    - ¿Y cómo fue que decidió filmar una película en Italia?

    - Dos razones. Por un lado, ya venía hablando de hacer una película en Roma desde hace años, con la misma compañía que distribuye mis películas en Italia. Y cuando me confirmaron que podían conseguir el dinero necesario, acepté enseguida. Quería trabajar en Italia.


    - ¿Conocía bien Roma o fue recorriendo la ciudad con la cámara a cuestas?

    - Era inevitable, porque yo no conocía muy bien la ciudad. Pero el director de arte consiguió lugares bastante interesantes. Obviamente tuve que filmar en el Coliseo que debe haber aparecido en otras 50 películas, pero la verdad, yo ni siquiera sabía donde estábamos filmando.


    Conociendo mucho mejor su tan querida Nueva York, es ahí donde Woody Allen nació el primer día de Diciembre de 1935, con el verdadero nombre de Allan Stewart Kongsberg.

    Tenía apenas 15 años cuando empezó a escribir profesionalmente, cobrando 200 dólares por semana por unos artículos humorísticos de un diario local. Cansado de escribir para otros, sus representantes lo convencieron que trabajara como comediante. Y mientras seguía trabajando arriba del escenario, le pidieron que escribiera el guion de la película What’s New Pussycat? con Warren Beatty.

    Woody también tenía un pequeño personaje en aquella película, pero a medida que fue evolucionando la producción, se quedó con los mejores diálogos y le dejó los peores a un enojadísimo Warren Betty que terminó renunciando. Peter Sellers terminó aceptando el abandonado rol protagónico, aunque exigió más pantalla y mejores diálogos, generando la gran razón por la cual Woody Allen quiso tener mayor control con sus siguientes producciones. La primera película que dirigió fue What’s Up Tiger Lily sobre espías japoneses donde en realidad, apenas agregó el doblaje de sus propias frases cómicas.

    Con un estilo del humor muy particular, se hizo famoso con las comedias románticas de Annie Hall y Manhattan, además de los clásicos Bananas y Everything You Always Wanted To Know About Sex But Were Afraid To Ask. Polémico tanto en el cine como en su vida real, mantuvo famosos romances con las actrices Diane Keaton y Mia Farrow, aunque oficialmente tuvo otros dos casamientos menos conocidos, con Harlen Susan Rosen (entre el 15 de marzo del ‘56 y noviembre de 1962) y Louise Lasser (del 2 de febrero de 1966 y enero de 1970). El escándalo internacional que no causó mucha gracia, fue cuando Woody comenzó una íntima relación romántica con Soon Yi Previn, la hija que Mia Farrow había adoptado con el matrimonio anterior de André Previn. Pero a Woody nunca le importó lo que opina la gente y demostró que la relación iba muy seria, cuando se casó con Soon Yi el 22 de diciembre de 1997 (al día de hoy, todavía siguen juntos).

    Más allá de su controversial vida privada, no se puede negar la creatividad de sus películas donde recibió más nominaciones al óscar que cualquier otra persona en la categoría Mejor guión original. Nominado en más de 140 premios internacionales, Woody Allen recibió más premios que Charles Chaplin y Buster Keaton juntos. Y aunque ganó cuatro óscares, Woody ni siquiera es miembro de la Academia y solo fue a la ceremonia una vez, para homenajear a Nueva York, después del ataque terrorista de las Torres Gemelas.


    - ¿Si tuviera que premiar la mejor de sus películas, cuál elegiría?

    - Hacer una película es igual que cocinar un plato, para un chef. Después de trabajar todo el día en la cocina, cortando y mezclando las salas, ni se te ocurre comer. Y yo siempre sentí lo mismo con mis películas. Trabajo durante un año, escribiendo el guion, trabajando con los actores, editando, agregando la música y después, ya no quiero volver a verla de nuevo. Pero cada vez que empiezo una película, estoy convencido que va a ser el más grande éxito del cine. Y después cuando veo lo que hice, me la paso rogando que no sea una vergüenza para mi carrera. Nunca me sentí satisfecho con ninguna película que hice. Las hago, las termino y nunca las vuelvo a ver de nuevo. Mi primera película la hice en 1968 y desde aquel entonces, nunca más la volví a ver.


    - ¿Por qué?

    - Sufro cuando las veo. No me gustan porque hay una gran diferencia entre la realidad y la fantasía que imagino cuando escribo. En casa, cuando escribo, parece graciosa, hermosa, romántica o dramática. Pero después, hay que filmar en una mañana fría, rodeado de actores, siempre falta algo o algo sale mal o uno también toma decisiones equivocadas. Y al día siguiente ya no se puede volver a corregir nada. Es demasiada la diferencia entre la idealización de una película y lo que se consigue. Nunca logro ser feliz así. Nunca me siento satisfecho. A mí nunca me gustó ninguna de mis películas, y por eso siempre estoy agradecido cuando le gusta al público.


    - ¿Incluyendo “Annie Hall”?

    - Sí. Cuando recién empecé con Annie Hall, no tenía nada que ver con lo que fue. La película se suponía que tenía que mostrar lo que se ve en la conciencia, en la mente de un hombre. Y cuando hice la película no tenía la menor coherencia. Nadie entendía lo que pasaba. Lo único que importaba era la relación que yo tenía con Diane Keaton. Y eso no era lo que a mí me importaba. Era solo una pequeña parte de mi idea original. Y al final tuve que reducir la película a la relación mía con Diane. Por eso quedé tan desilusionado. Y lo mismo pasó con otras de mis películas populares. Con Hanna and Her Sisters también tuve que cambiar mi intensión original para que la película pudiera sobrevivir. Al final, para mí, nunca logré la obra maestra que estaba destinado a hacer.


    - ¿Qué al menos le gusta tanto del cine?

    - La vida real, por lo general es mucho más estúpida o inevitablemente más triste. Pero en cine, uno tiene más control, se puede dar rienda suelta a los sentimientos y fantasías más fantásticas, románticas o escapistas. Se puede hacer todo lo que uno quiera. Ganarse la vida haciendo cine es un placer, porque no vivo en ningún mundo real. Me levanto a la mañana a trabajar rodeado de mujeres hermosas y hombres inteligentes, puedo inventar historias donde todos llevan el mejor vestuario y la música hermosa. Vivo una vida que nada tiene que ver con el mundo real, puedo crear algo completamente fabricado. Es genial, pero no es real. Claro que es divertido, pero el único lugar donde es posible lograrlo, es con la ficción.


    - ¿Y qué significa la fama en este punto de su vida?

    - La fama para mí, es tal cual como la describe el chofer que habla del tema en la película (A Roma con amor). La vida es difícil y sigue siendo difícil aunque seas más o menos famoso. Claro que al final, siempre es mejor ser famoso, porque las ventajas son mejores. Se consigue una mejor ubicación para un partido de béisbol o una mejor mesa en algún restaurante. Si llamo al doctor un sábado por la mañana, lo consigo. Los que no son famosos tienen menos satisfacciones. Tampoco digo que sea justo, en cierta forma es repugnante. Pero tampoco puedo decir que no lo disfruto. Ser famoso también tiene su contra, pero se puede vivir igual. No mata a nadie. Los paparazzis esperan afuera de tu casa y los actores viven quejándose o se tapan la cara cuando entran a un auto, como si los fueran a crucificar. No es para tanto. Cualquiera puede acostumbrarse a algo así, no es para nada terrible. Lo malo queda tapado completamente por las buenas reservaciones para cenar.


    - ¿Si pudiera volver atrás con una máquina del tiempo, qué le diría a un Woody Allen más joven?

    - ¿Qué me diría? “No hagas nada”. Me gustaría volver en el tiempo, pero solo para almorzar. No me gustaría vivir de nuevo mi pasado.

    - Por todo lo malo de aquel entonces. Cuando ibas al dentista no te daban anestesia, no te daban antibióticos. No existe todo lo bueno que tenemos ahora, como un teléfono celular que es tan conveniente. Antes, una ambulancia tardaba años en llegar, nadie quiere eso. Pero sería divertido si pudiera de vez en cuando encontrarme con algún amigo para comer en Maxine de París, en el 1900 o ir al año 1870 por un par de horas, para caminar por el parque, para volver enseguida a Brodway.


    - ¿Después de haber filmado tantas películas sobre el amor, aprendió alguna lección en particular?

    - La verdad, uno nunca aprende nada en la vida. Los problemas que la gente tiene son temas existenciales o románticos, nadie aprende nada. Por eso, cualquiera puede quedar como un tonto a los 20 años, como a los 40, los 60 y los 80. El amor no es ninguna ciencia exacta. Por eso siempre se aprovecha el instinto que te engaña tanto, porque queremos lo que queremos cuando queremos. Es difícil, muy difícil. La mayoría de las relaciones no funcionan, no duran demasiado. Cuando funcionan, parece algo totalmente extraño. Por eso yo no aprendí nada. Años y años de fracaso sin ninguna sabiduría.


    ¿Pensó en jubilarse del cine alguna vez?

    La jubilación es algo muy subjetivo. Conozco gente que se jubiló y es feliz. Viajan por todo el mundo, van a pescar, juegan con sus nietos y todo eso. No extrañan para nada el trabajo. Pero también hay otras personas como yo, que les gusta trabajar todo el tiempo. Simplemente me gusta.

    No puedo verme jubilado, acariciando un perro. A lo mejor tenga un ataque cardiaco que me fuerce a jubilar, Pero mientras siga saludable, no espero hacerlo. A lo mejor, la gente de cine se vuelve inteligente y dejan de pagarme. Pero aún así, no creo que me jubile, porque seguramente seguiría escribiendo.

    Penélope Cruz habla de su trabajo con Woody Allen

    ¿Qué tiene Woody Allen de especial para querer volver a trabajar con él una y otra vez?

    - ¿Por dónde empiezo? Siempre admiré su trabajo, desde que era muy niña. Primero que todo, ya estaba feliz con apenas conocerlo, estar un tiempo con él. Me hace reír todo el día. Me siento la mujer con más suerte del mundo, con solo pasar un momento con él, además de ser dirigida por él, porque confía en mí lo suficiente como para darme personajes hermosos. Lástima que siempre tengamos tan poco tiempo, porque las dos veces que he trabajado con él, apenas fueron tres semanas. Y yo quiero mucho más.


    - ¿Es liberante o da pánico improvisar tanto en las películas de Woody Allen?

    - él te da demasiada libertad, pero al mismo tiempo es mucha responsabilidad, porque nadie quiere arruinar nada, especiamente cuando trabajo en un idioma diferente, como pasó con “Vicky Cristina Barcelona”. Con Javier (Bardem), nos había dado una escena donde nos pidió tradujéramos lo que queríamos, en la forma en que pensaban nuestros personajes. Y yo no sabía si Woody se iba a enojar con nosotros porque en la conversación nos la pasábamos insultando cada tres palabras (Risas). Pero creo que estuvo feliz después, confía muchísimo en los actores.


    - ¿Es tan secreto como dicen? ¿En el caso de la película “A Roma con amor” tenías el guion completo o solamente tu historia?

    - Yo solamente leí mi historia. No tuve la menor idea de lo que pasaba con el resto de la película.


    - ¿Y te gustó el resultado final?

    - Me encantó la película. Ya la vi dos veces y me encanta. Me ha hecho reír muchísimo. No puedo dejar de pensar en el hombre que solo puede cantar en la ducha. Y es una de las mejores interpretaciones de Woody, también. Me ha hecho reír muchísimo. Las caras que pone no tienen precio. No me las puedo borrar de mi mente.


    - ¿Y tus escenas? ¿Cuando te toca interpretar ciertos personajes provocativos inventas alguna historia en tu mente que no se ve en el cine?

    - Con esta película, busqué alguna inspiración en las fiestas de Cannes (Risas). Pero tampoco hablamos demasiado sobre esta mujer. Todo estaba en las páginas, simplemente tuve que recrearlo. Anna dice todo lo que piensa sin pensar lo que dice. No tiene filtros. Me encanta, porque es completamente opuesta a mí. Me gustaría ser así, pero no puedo. Amo los personajes que son tan libres y dicen lo que piensan, sin importar lo que sienten en su vida. Es bastante refrescante interpretar alguien así.


    - ¿Y el tema de la fama, qué significa para una estrella internacional como Penélope Cruz?

    - Lo único bueno es que he podido experimentarlo en primera persona, porque me di cuenta que no te da la verdadera felicidad que todos imaginan. Pienso como Woody Allen, cuando dice que las ventajas que tenemos son injustas. Pero también creo que hay desventajas muy difíciles de tratar, donde a veces me planteo si quiero seguir con este trabajo. No me importa si me sacan fotos mías, pero cuando sacan fotos de mi familia o escriben sobre ella, especialmente los niños, no puedo tolerarlo. Y dependiendo donde vivas, los niños están mejor protegidos.

    En Estados Unidos, no hay ninguna protección, se pueden mostrar sus rostros. Las revistas americanas tienen páginas enteras dedicadas a los niños. Y yo estoy 100% en contra. No son ningún accesorio de moda. No me preocupa que me saquen fotos a mí, pero hay ciertos territorios que no deberían ser permitidos.