Es y seguirá siendo la reina del pop, la más grande e inigualable, y Madonna lo quiso dejarlo claro ante las cerca de 50 mil personas que acudieron a su concierto en el Foro Sol de la capital mexicana.
Con un enorme incensario balanceándose en el escenario y sonidos de campanas, Madonna comenzó su ritual vestida de negro, para interpretar Girl gone wild, sencillo de su último disco MDNA, el álbum 12 de su carrera de casi 30 años. Gracias a sus contorsiones y coreografías poco frecuentes para una mujer de 54 años, Madonna quiso dejar claro que es “una chica mala”, como dice en alguna de sus canciones, que ha vendido su alma al diablo, ya que el tiempo parece no pasar ni por sus piernas ni por sus reservas energéticas.
Sintonía con los mayas
La primera parte del espectáculo The MDNA Tour, gira que comenzó el 31 de mayo en Israel y que ha pasado por 30 países, estuvo dedicada a la violencia y se pudo ver a una Madonna asesina, revólver y metralleta en mano.
Disparos, patadas, golpes rodearon temas como Gang, bang, un comienzo quizás muy frío para un país que a diario se enfrenta a la muerte por la ola de violencia. Pero después de la oscuridad llegó la luz y la camaleónica artista reapareció vestida de majorette para interpretar Express yourself y acordarse de quien es hoy su máxima rival, Lady Gaga, a quien ha acusado incluso de plagio.
Llegaron luego temas como Give me all your luvin, Turn up the radio y Open your heart, así como los agradecimientos a sus seguidores latinoamericanos y el discurso, que nunca falta, y que esta vez trató sobre la necesidad de derribar todo aquello que separa a los seres humanos. “Dicen que el fin del mundo está viniendo, pero no creo en eso. He hablado con chamanes y lo que dicen es que es un nuevo comienzo, el fin de una forma de vivir y el comienzo de otra”, dijo en referencia al 21 de diciembre.
