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La plebeya que tiene clase

  • 14 enero 2012 /

La duquesa de Cambridge está enfocadísima en su labor altruista.

    La duquesa de Cambridge, Catalina, cumplió 30 años, convertida, en nueve meses, en la integrante más popular de la realeza británica, quizá por emular a quien fuera, hasta su muerte en 1997, la reina de los corazones del pueblo, Lady Di.

    A la duquesa es incorrecto otorgarle el título de princesa, ya que no lo es por derecho propio, y el protocolo británico prohíbe el uso del nombre de pila continuo al del título real en estos casos; sin embargo, se utiliza el nombre de su esposo en su título personal. Ella decidió darle a su treintena una bienvenida privada y austera, acorde a su futuro.

    Y es que la que nació plebeya en el Royal Berkshire Hospital, en la ciudad de Reading, el 9 de enero de 1982, está llamada a ceñirse la corona de Reina; pero será una tarea demandante, pese a que la Gran Bretaña le es fiel a su familia real, con el linaje directo más antiguo del mundo, los tiempos exigen que la arcaica institución se modernice.

    Kate Middleton es pieza fundamental, en estos meses, luego de superar su romántica y publicitada boda, la joven, educada acorde al siglo XXI, alejada del riguroso protocolo, ha sacado partido de esas enseñanzas modernas para mostrarse cercana a la gente.

    Raíces

    Catalina, hija de una aeromoza y un piloto de la British Airways, quienes se hicieron millonarios al abrir una tienda que vende productos para fiestas, es muy sencilla, en su trato y en su vestimenta, asequible al bolsillo promedio, pero que ha sido siempre conforme a la ocasión.

    A Diana, princesa de Gales, le costó su simpatía, escándalos y un divorcio el convertirse en icono de glamur y estilo, a Kate el contar con el cariño verdadero de su esposo y la aprobación de la monarca inglesa le han sido suficientes, bien asesorada al combinar en su guardarropa marcas de talla internacional y apariencias relajadas.

    Lo mismo con un minivestido de Zara que cuesta 60 euros; el diseño en color maquillaje de Reiss con el que dio una lección de estilo a la mismísima Michelle Obama; vestidos de líneas y tonos suaves, de manga larga o francesa, poco escotados y a la altura de la rodilla; sus abrigos-vestidos, su prenda fetiche, Catalina es ya una iniciadora de modas.

    En el aspecto benéfico, ya ha decidido que ocupará puestos de honor en las organizaciones Action on Addiction, National Portrait Gallery, East Anglia’s Children’s Hospices y The Art Room y además será voluntaria de la Scout Association, según anunció el palacio de St. James.

    Dos serán los momentos de fuego que en 2012 enfrente Catalina Mountbatten-Windsor, pues al ser miembro de la familia real debe utilizar sus apellidos, y en los que deberá hacer gala de no ser protagonista, la celebración del Jubileo de diamante de la reina Isabel II, y durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos.